martes, 28 de abril de 2015

"Empezamos a trabajar el concepto de situación, entre varios compañeros e intelectuales, buscando una unidad que permita volver a territorializar la vida, el pensamiento y la acción".

Entrevista con el filósofo y activista Miguel Benasayag
“Resistir no es sólo oponerse, sino crear, 
situación por situación, otras relaciones sociales”
28 de abril de 2015

Por Amador Fernández-Savater (eldiario.es)


¿A qué nivel actuar? ¿A qué escala se cambia el mundo?


Miguel Benasayag es, según su propia definición, un “militante investigador”. Se sumó con apenas diecisiete años a la guerrilla guevarista del Ejército Revolucionario Popular (ERP) donde luchó contra la dictadura argentina. Fue detenido y sufrió cuatros años de prisión y torturas. Tras la muerte de dos religiosas francesas bajo el gobierno militar de la Junta, Miguel Benasayag pudo beneficiarse de su doble nacionalidad (su madre judía francesa abandonó Francia en 1939) y gracias a una maniobra diplomática fue liberado en 1978 y recaló en Francia, país que no conocía. Allí se convirtió en escritor, psicoanalista y filósofo, participando activamente en distintos colectivos y asociaciones (la red No Vox, el colectivo Malgre Tout, Act Up París, etc.).

En su libro Política y situación. De la potencia al contrapoder, escrito junto a Diego Sztulwark y publicado en el año 2000, desarrolla una reflexión de enorme relevancia sobre los medios de mantenerse fiel a la exigencia de libertad y solidaridad de las luchas revolucionarias pasadas, pero en un contexto radicalmente transformado. Allí podemos leer que “la nueva radicalidad no implica ser más radical que antes, sino serlo de manera distinta. Se trata de asumir que 'somos las situaciones que atravesamos' y, en consecuencia, transformar esas situaciones”.
¿A qué nivel actuar? ¿A qué escala se cambia el mundo? El concepto de 'situación' está en el corazón del pensamiento de Miguel Benasayag, es la "unidad que permite volver a territorializar la vida, el pensamiento y la acción" en el desgarrón de la posmodernidad. Y a partir de él como hilo conductor, repasamos en esta entrevista algunos de sus temas políticos clave: la naturaleza necesariamente localizada del neoliberalismo y las resistencias, la crítica del militante clásico en tanto que militante que sobrevuela las realidades concretas, el elogio del conflicto como principio de convivencia, la diferencia entre política y gestión, entre potencia y poder, etc. La actualidad, intempestiva y polémica, de su reflexión política en el contexto actual se hará evidente enseguida para el lector.

1. ¿En qué contexto nace el concepto de “situación”?
Miguel Benasayag. El concepto de “situación” aparece en determinado momento, para mí, para mis compañeros y la gente cercana, como una necesidad, no sólo teórica, sino vital. Te explico esto un poco.
En 1978 llegué a Francia, tras mi salida de la cárcel, justo en el comienzo de lo que se llamaría la “posmodernidad”. Era el momento de los “nuevos filósofos”, luego llegaría Fukuyama, el fin de la Historia y las ideologías, etc. Digamos, en breve, que en esos años se evidencia un agotamiento de la posibilidad de un pensamiento en términos de universalidad abstracta, ya sea kantiana, hegeliana o marxista. Es decir, no funciona más la idea de que tu situación y realidad concreta -y lo que debes o puedes hacer desde ahí- se puede explicar o deducir desde un universal exterior a ella, un deber ser de las cosas. Hay toda una cosmosivión que se agota, no tanto por falsa, como por lo mismo que se agotan las civilizaciones o las culturas, son ciclos. Y de ahí resulta el triunfo de la dispersión.

2. ¿A qué te refieres con dispersión?
Miguel Benasayag. La dispersión, el individualismo, la posmodernidad, un mundo donde ya no hay más verdad ni mentira, todo se reduce a placer, displacer, interés, lo inmediato, lo que funciona... Una tendencia perfectamente homogénea con la economía neoliberal.

3. Entiendo, sigue.
Miguel Benasayag. Entonces, entre el universal abstracto ya irreconstruible y la dispersión total se nos aparece la necesidad de pensar una unidad múltiple, convergente, que permita un nivel de inteligibilidad y comprensión, de exigencia ética y política, que no mire con el espejo retrovisor al pasado ni se haga cómplice tampoco de la dispersión y, en definitiva, del individualismo neoliberal. Y es en ese sentido que empezamos a trabajar el concepto de situación, entre varios compañeros e intelectuales, buscando una unidad que permita volver a territorializar la vida, el pensamiento y la acción, investigando una nueva racionalidad que permita diferenciar, como dice el tango argentino, “entre ser derecho y ser traidor”, es decir, donde haya principio de asimetría.

4. ¿Podrías ponerme un ejemplo para entenderlo mejor?
Miguel Benasayag. Te pongo uno de mucha actualidad ahora aquí en Francia. El pensamiento situacional es lo que me permite decir, a mí que no soy musulmán o islámico ni nada parecido: “aquí y ahora, en Francia, el ataque a las chicas musulmanas que llevan velo es una injusticia, porque ese velo significa una búsqueda de sentido y dignidad frente a la desestructuración neoliberal, a un colonialismo mal resuelto, etc.”. Es decir, situacionalmente, dentro de una unidad, un espacio y un tiempo determinados, un territorio, hay una asimetría entre un fascista del Frente Nacional o un humanista laico-radical y quien dice por el contrario: “espera un poco, aquí hay una búsqueda de dignidad, hay que ver, escuchar, dialogar”. Sin embargo, en otra situación, en Arabia Saudí o Qatar, el velo significa por el contrario el horror total de la opresión de la mujer y habría que ayudar a cualquier chica que tenga el coraje de quitárselo.
El pensamiento situacional permite encontrar dinámicas universales que, aquí y allá, se manifiestan de modos radicalmente distintos, incluso opuestos. Lo que podríamos llamar universales concretos. Mientras que el universal abstracto es una perspectiva “desde ninguna parte y para todas”, el universal concreto es aquello que existe aquí y ahora, aunque se reproduzca (es un universal) de modo distinto en cada aquí y ahora.

La lucha en situación y el militante triste

5. Afirmas que tanto el neoliberalismo como las resistencias sólo existen “situacionalmente”. Es una visión muy poco normal, porque tendemos a ver el neoliberalismo como una serie de políticas que vienen de arriba a abajo, que se derraman desde unos centros de poder hacia abajo, hacia unas víctimas (la gente, el pueblo etc.). Es una inversión de perspectiva muy fuerte la que propones.
Miguel Benasayag. El neoliberalismo -digamos, la gestión empresarial de la vida- es una lógica global, pero que se dispersa en el infinito de las situaciones (por ejemplo, la escuela, la salud o la naturaleza son gestionadas como empresas). “El todo está en cada una de las partes”, diríamos filosóficamente. Uno no “encuentra” al neoliberalismo más que bajo sus diversos modos de existencia. Es decir, el neoliberalismo está compuesto de prácticas cotidianas, de relaciones sociales y nosotros mismos participamos en esta explotación a la que estamos sometidos.
Como muchas otras estructuras, por ejemplo la lengua, el neoliberalismo tiene una autonomía, nuclea, orienta la vida de toda situación, pero sólo existe dentro de cada situación concreta. Es decir, no nos equivocamos cuando decimos que el neoliberalismo está por encima de la vida, sobre la vida, pero a la vez esta dimensión sólo se manifiesta como un virus que contamina cada elemento de la vida. Y en ese sentido la respuesta al neoliberalismo no puede ser más que múltiple, difusa, contradictoria y situacional. Resistir no es sólo oponerse, sino crear, situación por situación, otros modos de vida y otras relaciones sociales.

6. Entiendo desde ahí tu crítica a la política clásica (incluyendo la política revolucionaria), en el sentido de que ésta por lo general no ha asumido este carácter situado del capitalismo y las resistencias. ¿Podrías exponer los rasgos generales de esa crítica?
Miguel Benasayag. Sí, yo hablo del “militante triste” para referirme a una manera de entender el compromiso. ¿En qué sentido? Este tipo de militante no está comprometido con la construcción de situaciones concretas, sino que tiene una idea de cómo el mundo debe ser, una idea de cómo deben ser las cosas. El problema es que las ideas son ideas. No todo lo que es posible en el mundo de las ideas es, por usar un concepto de Leibniz, “composible” o realizable en la realidad. Por eso digo que este tipo de militante es triste, en el sentido de impotente y agrio. Para él, la realidad concreta, las situaciones concretas, nunca alcanzan el ideal. El mundo no es como debería ser, el mundo verdadero es otro, está en otra parte.
El militante triste comulga con esa visión platónica donde siempre hay una especie de asco hacia la vida, hacia la fragilidad, hacia lo mezclado, lo indeterminado, etc. Me refiero a cuando Platón habla de la corrupción de la carne. Los platónicos aman las ideas, los programas, las arquitecturas políticas ideales. Y, en el fondo, la visión del mundo nuevo que tienen es la de un mundo donde se haya vencido por fin a la carne corruptible.

7. Y en este planteamiento, las situaciones serían la “carne corruptible”, ¿no?
Miguel Benasayag. Claro, en la figura del militante triste este odio a la carne se expresa como indiferencia de fondo a las situaciones concretas, porque sólo son señales en la autopista hacia el mundo mejor. No se ve una pregunta concreta por cómo luchar aquí y ahora, con la gente que está aquí y ahora, sino sólo señales hacia el mundo por venir, hacia lo que debe ser.
Es lo que yo digo la “lógica transitiva” que define de cabo a rabo la política clásica: la situación A no tiene más realidad y valor que la de poderme llevar a la situación B y C. Las situaciones no interesan por sí mismas, sino “en tanto que” sirven a tal o cual plan, programa o estrategia que distinguen en abstracto entre lo principal y lo secundario, etc.

Yo tengo mucha bronca con el militante clásico, con el militante triste. Porque cuando hay luchas siempre aparecen esos que saben por dónde pasa la historia, con el fin de disciplinar a la gente según tal o cual programa, tal o cual estrategia de conjunto, tal o cual coyuntura electoral, descuidando la lucha a nivel situacional, a nivel de construcción de situaciones concretas. Me atrevería a decir incluso que las organizaciones revolucionarias, los militantes revolucionarios, en tanto que militantes clásicos, extra-situacionales, vanguardias, son los anticuerpos que la sociedad segrega cuando la potencia libertaria de la base se desarrolla.

8. En El compromiso en una época oscura desarrollas otra idea del compromiso muy distinta, otra figura de la militancia, ¿cuál es?
Miguel Benasayag. Una figura de compromiso no volcado hacia el futuro, sino hacia lo que ya está aquí. No orientado por un programa (siempre definido en función del futuro y la totalidad), sino por un proyecto que parte del presente e implica a los que buscan respuestas a los desafíos planteados por situaciones concretas.
En la sumisión a los programas aparece la lógica de la transitividad: A es medio para B y C. Es por el contrario en radical inmanencia con respecto a las situaciones que se habitan que puede establecerse otro tipo de compromiso.
Sin embargo, hay que tener un coraje enorme para desarrollar luchas, proyectos, iniciativas múltiples sin pedir una visión arquitectónica de la realidad, una visión de hacia donde va y de donde viene todo lo que pasa, sin necesitar la promesa de un mundo nuevo, sino desarrollando nada más (y nada menos) la potencia de las situaciones, aquí y ahora. (...)
Fuente original: 
Últimos libros de Miguel Benasayag en español:

"Podemos identificar, por su pertenencia social, tres grandes bloques de movimientos: los indígenas, los campesinos y los de sectores populares urbanos".

Agendas y culturas políticas 
en los movimientos sociales latinoamericanos.
28 de abril de 2015

Por Raúl Zibechi (Noticias Aliadas)

Una somera radiografía de las movilizaciones más importantes de los últimos años, como las masivas manifestaciones de millones de brasileños en 353 ciudades en junio del 2013, puede contribuir a visibilizar a los nuevos actores que protagonizan el activismo social en América Latina. El 84% de los manifestantes no tenían preferencias partidarias, el 71% participaba por primera vez en protestas y el 53% tenía menos de 25 años1.
Las movilizaciones brasileñas se focalizaron en el rechazo al aumento del precio del transporte urbano, como parte de una lucha más amplia por el acceso a la ciudad y contra la represión policial. La organización convocante, el Movimiento Passe Livre (MPL), es una pequeña red asentada en decenas de ciudades e integrada por jóvenes de los sectores medios que estudian en la universidad, que se movilizan cada vez que aumenta el transporte (uno de los más caros del mundo). Con los años, el movimiento ha ido evolucionando hacia la demanda por el derecho a la ciudad, que sienten limitada por el costo del transporte y la especulación urbana2.

Las protestas en Brasil tienen cierta similitud con el movimiento Yo soy 132 lanzado por los estudiantes universitarios mexicanos, exigiendo la democratización de los medios de comunicación durante las elecciones presidenciales del 20123. Aunque ambos se dispersaron en poco tiempo, los grupos que estuvieron en la base de las movilizaciones brasileñas estaban organizados desde mucho tiempo antes y siguen adelante luego del momento álgido de las acciones de calle.

En los últimos 10 años han surgido tantos movimientos que resulta difícil hacer un listado que los incluya a todos. Entre los más conocidos, figura el movimiento estudiantil de Chile, agrupado en la Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios (ADES); las decenas de asambleas locales contra la minería y el modelo extractivo en Argentina, coordinadas en la Unión de Asambleas Ciudadanas; la potente resistencia a la minería en el departamento de Cajamarca, en el norte del Perú, en particular contra el proyecto Conga, en la que destacan las comunidades indígenas andinas, por mencionar apenas tres casos distintos. A ellos, habría que sumar infinidad de movimientos locales, como la Asamblea Malvinas Lucha por la Vida, que consiguió frenar la instalación de Monsanto en una pequeña localidad cercana a la ciudad de Córdoba (Argentina)4. O la importante resistencia a la especulación inmobiliaria en Río de Janeiro, con motivo del reciente Mundial de Fútbol y los Juegos Olímpicos del 20165.

Bloques sociales y temáticos En el continente podemos identificar, por su pertenencia social, tres grandes bloques de movimientos: los indígenas, los campesinos y los de sectores populares urbanos. Cada uno de ellos se asienta en espacios diferentes y enarbolan, en principio, demandas distintas. Los primeros, anclados en sus territorios ancestrales, reivindican la defensa y reconocimiento de esos territorios frente a la expansión del extractivismo minero y agroexportador, pero también exigen autogobierno en base a sus usos y costumbres, así como poder decidir aspectos centrales de las políticas educativas y de salud que afectan a los pueblos.
La actividad de los movimientos campesinos gira en torno a la tierra. Como los indígenas, enfrentan también al agronegocio, en particular la expansión de los cultivos de soja que provocan migraciones y contaminan aguas y poblaciones. Su lista de demandas incluye desde la reforma agraria (caso del Movimiento Sin Tierra de Brasil) hasta la exigencia de créditos para la producción y precios para sus productos. En los últimos años algunos de ellos han incrementado sus movilizaciones contra los efectos de tratados de libre comercio con Estados Unidos, y llegan a exigir su derogación, como la Mesa Nacional de Unidad Agraria y decenas de organizaciones campesinas en Colombia6.
El tercer bloque está conformado por los sectores populares que viven en las periferias de las grandes ciudades. En estos espacios, que en ocasiones denominan también como territorios, se aglomeran familias que fueron expulsadas por el agronegocio, las guerras y violencias de paramilitares, narcotraficantes, militares y guerrillas, pero también trabajadores formales cuyas empresas quebraron en la última crisis y migrantes de países de la región. Han levantado sus viviendas en base al trabajo familiar, espacios y equipamientos colectivos (en ocasiones escuelas y clínicas de salud) gracias a la cooperación y la reciprocidad (minga). En general, son familias que sobreviven en el empleo “informal”, pero también encontramos trabajadores mal remunerados que se desempeñan en la construcción, el trabajo doméstico y la venta ambulante.

Las demandas han sufrido algunos cambios a lo largo de los años. Si hubiera que encontrar alguna característica común, es el rechazo a la desigualdad y la lucha por cambios de carácter estructural . Sin embargo, muchos de estos movimientos comienzan reclamando algo tan simple como poder vivir. Algo así reclaman Máxima Acuña Atalaya, su familia y sus vecinos: que les permitan quedarse en las tierras que compraron hace 20 años, que ahora reclama una multinacional de la minería en la laguna Azul, en las alturas de Cajamarca7. El derecho a la vida es también el reclamo que mujeres y personas de la diversidad sexual han instalado en la agenda pública de muchos de los países de la región para acabar con la impunidad de la que gozan los responsables de feminicidios y crímenes de odio.

En efecto, las luchas por el agua, la tierra y el derecho a la vivienda, aún para quienes viven en favelas y asentamientos precarios, atraviesa a campesinos, indígenas y sectores populares urbanos. Pero a medida que esas demandas se convierten en movilizaciones, desde lo local hasta lo nacional, chocan con las diversas facetas de la desigualdad (desde el acceso a los medios de comunicación hasta la representación en el sistema político). En este punto enfrentan lo que el sociólogo peruano Aníbal Quijano ha denominado “colonialidad del poder”: un patrón de relaciones asimétricas, de raza, género y generación, que siempre perjudica a los indios, negros y mestizos, y de modo particular a las mujeres y los jóvenes de esos sectores.

El nacimiento de feminismos comunitarios, populares, indígenas y afrodescendientes, forma parte de este proceso de enraizamiento de los movimientos entre los grupos subalternos, marcando claras diferencias con la primera generación de feministas formadas en las academias y los partidos políticos, y volcadas hacia las ONGs y las instituciones8. Una característica de esta nueva realidad, es la aparición de grupos de mujeres (como FEMUCARINAP9), que no se identifican como feministas, pero que luchan por la emancipación de las mujeres.
En el mundo juvenil se pueden observar procesos similares. A través de expresiones como el hip hop, los jóvenes negros de ciudades como Río de Janeiro buscan un lugar en una sociedad que los excluye10. Los medios de comunicación nacidos en las villas de Buenos Aires, donde grupos juveniles expresan sus diferencias culturales, enseñan la politización no domesticada de los jóvenes pobres en las grandes ciudades latinoamericanas11.

Una nueva cultura política 
Tan importante como las demandas, son las culturas políticas que expresan los movimientos. Se trata de abordar lo que no dicen los programas políticos, ni las listas de reivindicaciones, ni las consignas que agitan en las calles. Sabemos que hoy los movimientos luchan contra los extractivismos minero, agropecuario y urbano, por más libertades y derechos. Pero también importa cómo lo hacen, de qué manera trabajan, cómo están dispuestas sus fuerzas en el interior de los colectivos y grupos.

Los nuevos movimientos muestran otros modos de organizarse, una cultura política que el MPL sintetiza en cinco rasgos: autonomía, horizontalidad, federalismo, consenso para tomar decisiones y apartidismo (que diferencian del anti-partidismo). En paralelo, suelen posicionarse contra un amplio abanico de opresiones: de clase, de género, de raza y generacionales, además de la defensa de la naturaleza. Casi todos los movimientos asumen varias identidades, no limitándose a una sola, lo que constituye una característica de los movimientos integrados por jóvenes.

La más reciente camada de movimientos nació en un período caracterizado por la crisis del viejo patriarcado y la deslegitimación de las instituciones basadas en la representación, como los partidos, los sindicatos y los parlamentos. En ambos casos, los nuevos sujetos (en particular mujeres y jóvenes) tienden a construir organizaciones que rehúyen las jerarquías, el tipo de estructuras gobernadas por varones, donde las bases están sujetas a las direcciones y tienen pocas posibilidades de hacer que sus opiniones sean tenidas en cuenta. Quisiera destacar cinco aspectos que considero atraviesan a la mayor parte de los movimientos más dinámicos y creativos y que conforman el núcleo de la cultura política emergente en el actual activismo social y político.

-         Crean organizaciones pequeñas y medianas, donde los vínculos cara a cara sustituyen la figura de la representación en las grandes organizaciones de “masas”. La preferencia por grupos de tamaño reducido no ha impedido la eficacia de la movilización. En esos grupos se crean fuertes lazos de camaradería y confianza, similares a los vínculos de carácter comunitario. Son esos vínculos los que potencian la acción colectiva, sostenida en el tiempo, y no los aparatos burocráticos de carácter masivo. Esto facilita su autonomía del Estado y los partidos.
-         Para la coordinación de acciones entre gran cantidad de grupos, establecen coordinaciones puntuales, “livianas”, capaces de articularse en poco tiempo, que tienden a desarmarse cuando ya no son necesarias. Esta peculiaridad de los colectivos de jóvenes y mujeres suele desconcertar a los varones anclados en la “vieja” cultura política, ya que hay un evidente desfasaje entre la capacidad de movilización y la estabilidad y visibilidad de los núcleos organizados.
-         La horizontalidad, entendida como la inexistencia de jerarquías permanentes y fijas, es una de las principales características de los modos de hacer de los movimientos actuales. En vez de representantes, eligen voceros; en vez de dirigentes, nombran personas para coordinar cada reunión, asamblea o actividad, que no suelen ser las mismas que ya realizaron esa tarea en momentos anteriores. En no pocos casos, aparece la figura de la rotación o turno, propia de las culturas indígenas, aunque la mayor parte de las veces no las nombran de ese modo.
-         Se percibe un evidente rechazo a un tipo de crecimiento destructivo de la naturaleza y también de la sociabilidad entre las personas. Rechazan la contaminación y el crecimiento económico que no aporta calidad de vida a las comunidades. En algunos casos adoptan la consigna de “Buen Vivir” para designar el tipo de sociedad a la que aspiran, aunque otros movimientos prefieren hablar de “socialismo”. No todos los movimientos rechazan el desarrollismo, aunque hay una tendencia creciente a la crítica al modelo de crecimiento perpetuo.
-         Por último, una de las características más novedosas de los movimientos es que no sólo demandan a los Estados y gobiernos, sino que crean espacios propios donde empiezan a construir relaciones sociales diferentes a las hegemónicas. Inspirados en las comunidades indígenas y en las culturas juveniles, se empeñan en construir ahora el mundo de sus sueños.

* Periodista, analista internacional y escritor uruguayo, acompaña procesos de movimientos sociales en América Latina y es autor de numerosas publicaciones sobre los mismos. _________________________________

NOTAS (...)
Fuente original: http://www.noticiasaliadas.org/articles.asp?art=7159
Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=198144

“Estamos convencidos que podemos aplicar auditorias a todo lo que consideremos debe aplicarse. Que nuestro dinero birlado y depositado en cuentas privadas en bancos extranjeros puede repatriarse. Que los corruptos pueden ser expulsados de la revolución y paguen sus delitos. Que el candidato que quiera nuestro voto debe cumplir con un perfil. Que el golpe de timón lo podemos dar entre todos. Que podemos hacer que la crisis la paguen los responsables y no quienes no lo somos”.

Proceso Constituyente de Marea Socialista: 
cuestión de estilos
24 de abril de 2015

Por Gustavo Martínez Rubio (Aporrea)
"En uno de los films de la estupenda Tetralogía del Poder de Alexander Sokurov, Stalin visita a un Lenin ya casi agonizante en su dacha, y le entrega un bastón con el puño exquisitamente labrado, que le envía de regalo el Comité Central. Compungido (cínicamente, hay que entender: al ascendente Stalin no se le puede escapar la simbología de regalarle un bastón al declinante Lenin), le informa que se había pensado inscribir en él una dedicatoria: al más grande hombre de la URSS, padre del socialismo, héroe titánico de la revolución, cosas por el (deplorable) estilo. El problema es que una decisión tan importante (¿?) requiere el voto unánime de todos los miembros del Comité y ha habido un voto en contra. Lenin lo interrumpe sin vacilar: "Ya me imagino: Trotsky". La tragedia que ya ha empezado a atravesar a la Revolución Rusa está plenamente condensada en este episodio –sea verídico o imaginario–: poco tiempo después Lenin estará muerto, Trotsky será un paria, Stalin transformará el gobierno de los soviets en su personal dictadura burocrática y sanguinaria. La anécdota también pinta de cuerpo entero una posición política e intelectual de Lev Davidovitch Bronstein (a) Trotsky: los liderazgos son respetables y necesarios, pero la causa revolucionaria, llevada adelante por las masas en su conjunto, no puede ni debe reducirse al culto de la personalidad, así la "personalidad" sea el mismísimo Lenin. Cuando eso termina triunfando, se puede decir que ya está casi todo perdido. Las personas sin duda existen: no hay dos hombres que sean iguales, los "estilos" (políticos, literarios, lo que fuere) de los líderes pueden hacer mucha diferencia en la historia. Pero la diferencia es en la historia: los individuos y las masas la hacen, en condiciones que no pueden elegir –para hacer una cita canónica–. Tampoco pudo elegirlas Trotsky. Pero sí eligió no traicionar la parte de la historia de la que había sido un protagonista central. Y no traicionarse a sí mismo, ni siquiera –y quizá sobre todo– en el estilo."
Fragmento del artículo "Trotsky, un hombre de estilo" autoria de Eduardo Grüner.

¿Se sabe exactamente como se las ingenió Hugo Chávez para contener a organizaciones e individualidades de distintas tendencias, formaciones y tradiciones, más allá de guiñarle el ojo a todos? ¿Lo tuvo tan claro desde un principio o con el recorrido fue alcanzando la precisión con la cual en determinados momentos lograba que todo el mundo estuviera en sintonía en función de su liderazgo? Por ahí, un compañero recientemente ha dicho que Marea Socialista viene aplicando el "método" Chávez.

Pareciese ser un poco más claro que desde inicio se percibió que Chávez traía consigo algo distinto, que iba desde sentir que hablaba como nosotros, pasando por ser alguien que asumía responsabilidades, hasta pensar que las tenia bien puestas, como muchos próceres que hicieron sus grandes aportes en 500 años de historia (entendiendo que Chávez se da a conocer en 1992). Más contenido, agarro todo lo anterior, cuando siendo poder constituido, se desdoblo al poder constituyente por allá en 1999. Esa fue una de las grandes gestas de Chávez: poner a decidir al Poder Originario.
Esa conjunción Pueblo-Chávez, fue agarrando forma, dinámica y carácter de contenido emocional, pasional, religioso, y obvio que no faltó lo teórico. Pero siempre en el marco de la diversidad. Como no recordar cuando proponía leer a Guevara, Mao Tse Tung, Gramsci, Rosa Luxemburgo, Lenin o Trotsky. Por cierto que nunca se le escucho reivindicar ni hacer bromas con Stalin.
Chávez era hijo del proceso revolucionario. Proceso que hoy día se encuentra en riesgo de perderse. Causas económicas, sociales y políticas como las que viene padeciendo el pueblo venezolano, golpean fundamentalmente a la base social que sostiene a la revolución, que se encuentra desmoralizada y muy desorientada ante todo lo que está pasando. ¿Por falta de consciencia? ¿Es que no entiende? Creemos que una de las grandes razones a la cual se debe el estado colectivo en que se encuentra nuestra base, amen de las condiciones objetivas, es la falta de espacios acompañados de verdaderos debates políticos.
Cuando hablamos de diversidad, hablamos de democracia. Esa que aparece contemplada en la constitución del ya mencionado año 1999. Democracia que dice ser participativa y protagónica. Es un proyecto o pacto social que emergió de debates y aportes colectivos. Valor que es desdeñado y violentado cuando se suspenden elecciones (del nivel que sea) de manera repentina y que infieren vicios, cuando se condena o se expulsa a miembros de cualquier organización política como medidas de retaliación, cuando se les niega el espacio a los trabajadores en las empresas que administra el gobierno para que hagan sus propias actividades o como mas reciente el sonado caso de la eliminación de el voto directo para elegir a los diputados al Parlamento Latinoamericano. Solo por citar esos de muchos ejemplos que lamentablemente podríamos traer a colación.

Empalmar con la gente se hace exageradamente necesario en medio de todo el descontento y confusión reinantes. Convocar un proceso constituyente 26 años después del 27 de febrero de 1989, es una forma de reencuentro, de sabernos, de ponernos al día con un gran déficit que tenemos el pueblo bolivariano. Que debemos saldarlo con un amplio debate, con balances, con todo lo amplio y diverso que es nuestro proceso. Es parte del nuevo fenómeno, que refiere exigencias, que demanda crítica, que no se la cala, que no tiene claro lo que se asoma en lontananza pero esta presto, muy presto. Eso lo hemos comprendido desde Marea Socialista. Por eso nuestra construcción ahora va vinculada a un proceso que apuesta por recoger la mayor amplitud, retomar la memoria histórica, sistematizar el esfuerzo de miles y miles de militantes revolucionarios que han dado y siguen dando todo lo que esta a su alcance con la convicción de que un mundo mejor es posible.

¿Podemos construir algo distinto con corruptos? ¿Podemos enrumbar a la revolución bolivariana con sectarios, dogmáticos y reformistas? ¿Podemos fortalecer la unidad bajando líneas? ¿Se es más chavista siendo un obediente ciego, estigmatizando compañeros sólo por pensar distinto o repitiendo que este no es el momento? ¿Se solucionarán los problemas sólo aludiendo a los mismos con retóricas vacías y escuetas? Creemos que la respuesta a todo lo anterior es NO.

Por el contrario estamos convencidos que podemos aplicar auditorias a todo lo que consideremos debe aplicarse. Que nuestro dinero birlado y depositado en cuentas privadas en bancos extranjeros puede repatriarse. Que los corruptos pueden ser expulsados de la revolución y paguen sus delitos. Que el candidato que quiera nuestro voto debe cumplir con un perfil. Que el golpe de timón lo podemos dar entre todos. Que podemos hacer que la crisis la paguen los responsables y no quienes no lo somos.

De eso y mucho más se trata el proceso constituyente de Marea Socialista. Es consolidar orgánica, inaugurar Las Casas de las Mareas, encontrarnos para acordar, luchar por nuestros derechos y defender nuestras conquistas. Es una gran oportunidad de enaltecer una de las claves de nuestro proceso, de encontrarnos con nuestro pueblo y con el ángulo anticapitalista, antiimperialista y profundamente humanista de Chávez. Lo dicho pues, el proceso constituyente de Marea Socialista, también es una cuestión de estilo.

http://www.aporrea.org/actualidad/a206605.html  Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=198011

“Podremos defender con posibilidades de éxito el Proceso Bolivariano y sus conquistas y enfrentar los intentos desestabilizadores de la derecha internacional y local, la de adentro y la de afuera”. Si del debate con las bases del proceso “se avanza hacia lograr que la crisis actual la paguen los que la provocaron los empresarios, las cúpulas políticas y la burocracia corrupta y no el pueblo”.

Editorial nº 1 del 23/02/2015
El intento de golpe y la nueva Coyuntura
25 de febrero de 2015

Por Marea Socialista  (Rebelión)

El frustrado intento de golpe viene a probar el nivel al que ha llegado la crisis en el país. A la situación económica, alarmante para la mayoría del pueblo que vive de su trabajo, se suma el impacto que tiene en el imaginario colectivo la acción golpista develada el 12 de febrero último.
Una intentona realizada por oficiales activos de la FANB que contaría con la inspiración de parte destacada de la dirección política de la derecha local, como sugiere la detención del Alcalde Mayor Antonio Ledesma y con claro respaldo internacional de Estados Unidos y sus subordinados del PP español y de Suramérica. Así se ha agrietado, quiérase o no, un elemento, quizás el último, que perduraba como base de estabilidad política: la certeza de que las fuerzas armadas como un todo sostenían al gobierno.

Pero confundir la dinámica de la situación con el momento concreto, es decir, la grieta con el quiebre total, puede ser el mayor error que se cometa en el análisis de situación. El gobierno del Presidente Maduro tiene una ventaja: aún hoy, a pesar de que se desarrollan, con velocidad de vértigo una serie de condiciones, de las cuales la más grave es la crisis económica, la situación está represada, aunque esta ventaja esté rodeada de un mar de confusiones y de conflictos aislados. Sin embargo, la detención de Ledezma, la vuelta de La Hojilla y el pedido sobre Julio Borges y María Corina Machado, muestran que estamos en el inicio de una nueva coyuntura política.

Porque decir que la situación está contenida no significa que esté quieta. No es que con la develación del golpe haya terminado, es que ha empezado una batalla decisiva. Y, en este caso, como en los primeros minutos de un match de box, los actores sociales y políticos se estudian, hacen fintas, se mueven, amagan con lanzar un golpe para estudiar la reacción del oponente y así, hasta definir su línea de combate. Por ahora no está claro en cuál escenario se dará el round decisivo de esta coyuntura. Por eso cualquier situación puede presentarse. De todas formas, pareciera que lo más probable, en todo caso lo más sensato, es que todos los escenarios futuros deberían pasar primero por la alcabala de las elecciones legislativas de este año.

Visto desde el lugar de los que defendemos el Proceso Bolivariano, es tiempo de pensar con cabeza fría, debatir las causas profundas que nos han traído hasta aquí y definir los pasos a seguir. No es tiempo de propaganda hueca, vacía, tampoco de polarización electorera. Se trata de explicar pacientemente a nuestro pueblo las condiciones reales que hoy plantea la lucha y de hacer las propuestas para que, cambiando el rumbo actual, el gobierno aplique las políticas y medidas de solución a la crisis que el pueblo perciba como correctas para defender sus derechos.

El debate en la oposición: Dos tácticas que confluyen
La crisis en la oposición está asentada en una diferencia de política. Y ese matiz es transversal a los partidos y formaciones que integran ese arco, no corresponde sólo a algunos partidos o grupos. Aunque algunos de estos partidos o dirigentes son la avanzada de cada una de las tácticas.
Mientras que el sector con métodos más contrarrevolucionarios, más radicalmente fascistoide, sostiene la necesidad de una “salida” abrupta del gobierno, y la viene impulsando, acompañado por el gobierno norteamericano y la ultra derecha continental, otros actores, todavía aparentemente mayoritarios entre los dirigentes opositores al chavismo, diseñan un rumbo más gradualista, de acumulación de fuerzas y por ahora electoral. Estas dos tácticas en realidad expresan dos caras de la misma moneda.

Pero creer que esas diferencias tácticas son insalvables, o que alguno de esos sectores es “pacífico o democrático”, es ilusorio. Ellos, más allá de sus diferencias, tienen un acuerdo estratégico: los dos quieren liquidar la Revolución, el Proceso Bolivariano. Ambos buscan borrar de la faz de la tierra hasta el recuerdo del Legado de Chávez. Es decir: las conquistas sociales, políticas, culturales y económicas del Proceso. Y sobre todo pretenden borrar la idea de Justicia Social que se logró instalar en el alma de nuestro pueblo. Para esto cuentan además del apoyo internacional con la colaboración de la derecha interna anidada en el gobierno.

Un nuevo llamado a la rectificación al presidente Maduro
Desde Marea Socialista hemos presentado reiteradamente propuestas para la emergencia. Estas propuestas son alternativas a las medidas que viene implementando el gobierno del presidente Maduro. Son muchos los que sostienen propuestas similares a las nuestras, como el Profesor Luis Brito García, (Miembro del Consejo de Estado) entre ellos.
Pero no han sido escuchadas. Las medidas del gobierno siguen por otro rumbo: Las leyes habilitantes de fin del año 2014, con la apertura de las zonas económicas especiales y la nueva ley de inversiones extranjeras. La apertura del SIMADI, un nuevo mercado cambiario de características especulativas similar al “dólar permuta” que llevó a la crisis bancaria del 2009, y que ha provocado una fuerte devaluación. La reducción de importaciones para cumplir los pagos de una deuda externa sospechada de ilegítima. Noticias periodísticas como la aparecida el sábado 21 de febrero, donde altas fuentes del gobierno dicen que se prepara la devolución de empresas nacionalizadas, el ajuste de precios permanente en los productos básicos como pollo, carne, azúcar, harina, arroz, transporte público, el desabastecimiento, el próximo aumento del precio de la gasolina, y un salario deteriorado en extremo, todo ello complica, todavía más, la situación del pueblo que vive de su trabajo.

Estas medidas que está aplicando o aplicará el gobierno y las consecuencias que provocan, son las que, desde nuestro punto de vista, atacan en primer lugar las conquistas del Proceso y están provocando un malestar creciente en nuestro pueblo.
De continuar este rumbo, se profundizará y se hará irreversible la pérdida de una parte sustancial de la base social que viene sosteniendo al gobierno y al Proceso Bolivariano. Ese es hoy el principal peligro que enfrentamos. Por eso nuestro nuevo llamado al presidente Maduro a rectificar el rumbo, para recuperar las palancas de soberanía, real participación popular y justicia social que son pilares del Legado de Chávez.

No caer en la tentación autoritaria que provoca la crisis
La combinación de crisis económica, aplicación de contrarreformas contra algunas de las conquistas del Proceso, y la inestabilidad política nos está poniendo a las puertas de una crisis de gobernabilidad. Esta situación presiona a algunos de los dirigentes del gobierno y del partido a una tentación suicida, una solución autoritaria.
Ya hay síntomas peligrosos, aunque todavía aislados, de lo que eso significaría, algunos de ellos son: la intervención antidemocrática en procesos electorales autónomos de trabajadores, como el caso SIDOR. El desconocimiento y violación de puntos fundamentales de la Ley Orgánica del Trabajo, en el caso específico de la inamovilidad laboral, los fueros sindicales y muchos otros puntos. La persecución, retaliación política y detenciones arbitrarias en ámbitos locales o regionales y laborales. La violación de derechos civiles por parte de autoridades políticas, por ejemplo la represión brutal contra los campesinos de la Cañada Avileña. Estos casos son algunos de muchos que suceden cotidianamente y donde se violan derechos elementales de nuestro pueblo. Estos hechos aislados que creemos no cuentan con el respaldo del gobierno deben ser frenados.
Es necesario vencer la tentación autoritaria que provoca toda crisis. La razón de ser del Proceso es la participación democrática del pueblo en la conducción de su propio destino. Si presionados por la situación se busca cortar los canales de expresión al pueblo que vive de su trabajo o acotar las garantías constitucionales, se estaría cometiendo un error grave. Se debilitará la posibilidad de defender al proceso de nuevos intentos golpistas.

Para enfrentar la agresión, moralizar al pueblo que vive de su trabajo
La agresión se está desarrollando. Las declaraciones, cada día más injerencistas del gobierno de Estados Unidos, el acompañamiento que de esas declaraciones hacen los sectores más de derecha de América Latina, como Álvaro Uribe, lo mismo que la derecha española. A esto se suman errores propios que preparan la justificación de una escalada de esa injerencia.

Se ha vuelto imprescindible abrir un profundo debate con las bases del proceso. Con el pueblo que vive de su trabajo. Un debate donde el gobierno escuche a su base social y no solo le hable.

Si se abre ese debate, si se logra que del mismo surjan medidas a favor del pueblo trabajador, si se avanza hacia lograr que la crisis actual la paguen los que la provocaron los empresarios, las cúpulas políticas y la burocracia corrupta y no el pueblo; entonces empezaremos a recorrer el camino para moralizar y poner en pie de lucha a un pueblo castigado por el desabastecimiento, la carestía, el maltrato y la confusión.

Sólo así podremos defender con posibilidades de éxito el Proceso Bolivariano y sus conquistas y enfrentar los intentos desestabilizadores de la derecha internacional y local, la de adentro y la de afuera. De lo contrario estaríamos recorriendo la breve distancia que nos separa de una crisis de gobernabilidad de consecuencias impredecibles.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=195799

lunes, 27 de abril de 2015

Persistamos en las luchas contra las injusticias y abuso de poder tratando de unirlas hacia la emancipación del capitalismo imperialismo.

Votar o no votar, el falso dilema
27 de abril de 2015

Por Rafael de la Garza Talavera (Rebelión)

Las elecciones que se avecinan han puesto sobre la mesa una corriente de opinión que considera que, frente a la pronunciada descomposición del proceso electoral y los partidos políticos, es necesario manifestarse haciendo un llamado a no votar. Este hecho ha prendido los focos rojos de los defensores a ultranza del régimen pero también de las buenas conciencias de la izquierda liberal, quienes utilizando argumentos más o menos elaborados consideran equivocado el llamado a la abstinencia electoral.
Los liberales conservadores consideran que a nadie le conviene que el proceso electoral sea boicoteado toda vez que esto no sólo golpea a sus principales actores -los partidos y los institutos y tribunales electorales- sino a todo el sistema social, pues las elecciones deben cumplir con su misión esencial: minimizar el conflicto y dar continuidad a las instituciones del estado para mantener viva a la república. Si se debilita al sistema electoral se debilita el conjunto del sistema social, lo que profundizaría el disenso y la violencia afectando a los más débiles y tirando por la borda un proceso histórico que ha cobrado muchas vidas y ha costado muchísimo dinero.

Por su parte, la izquierda electoral con MORENA a la cabeza, consideran una contradicción que si la desconfianza popular hacia las elecciones tiene como fuente principal al PRI se llame a la abstención o a la anulación, pues ello favorecería claramente al partido en cuestión, el cual cuenta con el mayor voto duro de todos los contendientes. En la medida en que el electorado se quede en casa, las probabilidades de que la correlación de fuerzas partidistas cambie es más difícil toda vez que ganará entonces el principal responsable de la crisis política que vivimos. Más aún, ponen como ejemplo del potencial de la presente coyuntura los procesos electorales que han llevado al poder a Evo Morales o al desaparecido comandante Chávez, gracias a los cuales se han logrado grandes transformaciones sociales en sus respectivos países.

Los argumentos arriba mencionados son sólo la punta del iceberg de toda la polémica que se ha desatado en los medios de comunicación y en las redes sociales sobre el tema, pero en general dicha polémica gira alrededor de la moral ciudadana o de las consecuencias no esperadas de la abstención o la anulación del voto. Al final pasan por alto el hecho de que las elecciones no son solamente un proceso para nombrar representantes sino también y sobre todo un momento en el que el ciudadano manifiesta su sentir con respecto al régimen político y sus actores. Dadas las circunstancias y tomando en cuenta la sordera y ceguera de las instituciones del estado para con las protestas masivas que expresan el hartazgo de buena parte de los habitantes de este país, resulta lógico considerar la posibilidad de manifestar ese descontento en las urnas. Máxime si el votante percibe que las similitudes en prácticas políticas, programas de gobierno y corruptelas sistemáticas de los partidos políticos son muchos más fuertes y visibles que sus supuestas diferencias, que sólo se aprecian en los colores y diseño de su propaganda electoral.

Empero, al final hay que reconocer que el dilema entre votar y no votar es falso, aun considerando que en determinadas condiciones puede abrir la puerta a gobierno más abiertos y sensibles las demandas populares, como a los que me refería arriba. Las condiciones políticas en Venezuela y Bolivia, que permitieron el triunfo de los gobiernos actuales, se dio en medio de una crisis terminal de los viejos regímenes políticos, los cuales agotados por sus contradicciones y su incapacidad para responder a los principales conflictos que enfrentaban dieron paso a una nueva correlación de fuerzas que se manifestó en las urnas pero que había sido construida fuera del sistema electoral y sobre todo en la calle y en las organizaciones de base. Las elecciones confirmaron lo que se había ganado en la lucha social, la que una vez madura y fuerte pudo rebasar a los partidos tradicionales y tomar el poder desde las urnas.

Pero ése no es el caso de México, ya que si bien el agotamiento de su régimen político es inocultable, aún no se ha formado una fuerza social capaz de darle la puntilla y abrir el paso a una nueva época en su historia. Las manifestaciones y protestas están tomando fuerza, madurando y logrando consensos en amplios sectores de la población, pero por lo visto aún no logran romper con el monopolio de los partidos para gestionar sus intereses. Es aquí en donde resulta más clara la falacia del dilema que nos ocupa: no será en estas elecciones -a pesar de lo que digan los liberales de izquierda- como se logrará emular las hazañas de venezolanos o bolivianos. Será gracias a la organización de la protesta y del descontento fuera de los partidos como poco a poco se podrá construir la oportunidad para tomar el poder por las urnas. Mantener el ojo exclusivamente en las elecciones sólo servirá para que lo anterior no sea visible. 

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=198100

Sepamos también en México: "Los grandes empresarios, los medios de información y los partidos están muy contentos porque se recuperan políticamente y la muestra serán las elecciones donde toda la clase dominante gana".

Ayotzinapa se recupera, declaran PRD, PAN, PRI cómplices de asesinatos
Las elecciones se harán
27 de abril de 2015

Por Pedro Echeverría V. (Rebelión)

1. ¿Ya se jodieron nuevamente al pueblo, a los estudiantes, haciéndoles resbalar, desgastar, cansar sus protestas y demostrándoles una vez más que el gobierno mexicano es fuerte y con él nadie puede? La historia de las luchas de los trabajadores y de las oposiciones es rica en derrotas que les ha asestado la clase millonaria en el poder. La realidad es que, por lo menos desde 1956 –cuando cerraron el internado del POLI y reprimieron a los estudiantes de la Nacional de Maestros- toda mi contabilidad de luchas ferrocarrileras, de maestros, electricistas, médicos, guerrilleros, campesinos, estudiantes, ciudadanos, todas han sido derrotas. Sólo recuerdo la victoria de López Obrador en 2005 frente a Fox, pero luego este mismo, con Calderón, lo enterró.
2. El ejército ha jugado –durante décadas- un importantísimo papel en la represión y encarcelamiento de todos esos sectores de luchadores sociales cuando el gobierno no había fortalecido sus batallones de policías federales, granaderos y policías locales. Hoy –con más de un millón de efectivos milicos el gobierno se da el lujo de bloquear y encapsular todas las marchas para retirarlas de las protestas. ¿Por qué en lugar de dos años de plantón de la CNTE o siete meses de manifestaciones de Ayotzinapa, Guerrero, Oaxaca, Michoacán, Chiapas, DF, no se paraliza una semana al DF cerrando todas las carreteras, aeropuertos, bancos, embajadas y hoteles? Para ello sólo necesitamos coordinación y unidad. Pero parece imposible.
3. Carlos Navarrete -presidente nacional del PRD y firmante del Pacto con el PAN y el PRI- señaló que a siete meses de la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa en Iguala, Guerrero, se está recuperando y las manifestaciones violentas “son más espaciadas y más pequeñas en impacto”; inclusive que “las acciones directas y violentas están teniendo mucho menor respaldo en el movimiento que demanda justicia y la aparición de los normalistas de Ayotzinapa”. No sé si ellos se dan cuenta, agregó, de que “la sociedad guerrerense está cada día más a favor de un proceso electoral pacífico. No creo que en su mayoría (la ciudadanía) quiera que Guerrero se mantenga en la inestabilidad y en la violencia”.
4. Los grandes empresarios, los medios de información y los partidos están muy contentos porque se recuperan políticamente y la muestra serán las elecciones donde toda la clase dominante gana. Los que perdemos somos los ciudadanos, el pueblo, que otra vez hemos sido burlados al no aclarase ni mínimamente las matanzas, desapariciones y represiones a estudiantes, campesinos, obreros y a quienes salen a las calles y los campos a protestar. Lo más seguro es que después de las elecciones (“a toro pasado”) comiencen a aparecer algunas cosas. Parece que fue mala estrategia de los padres viajar a la ONU y al extranjero, porque en México lo que no se hace directamente en las calles no funciona.
5. O quizá se pensó en llevar la denuncia a otros países del mundo porque en México –como siempre ha sido- el gobierno había aplicado la política de cansancio y desgaste que desde hace muchas décadas le ha resultado beneficiosa. El periodista Jorge Ramos afirma con insistencia que “en cualquier país del mundo una denuncia de compra de mansiones a contratista de gobierno, cualquier presidente de una nación ya hubiese renunciado”; en México –con historias peores durante un siglo- nadie renuncia. Y ningún presidente renuncia por eso que se llama “presidencialismo mexicano” y eso que se llama “corporativismo” que durante muchas décadas ha demostrado una enorme fortaleza.
6. Desde hace tres meses preveíamos que las campañas políticas y las elecciones matarían el movimiento social de protesta y repudio al gobierno. En todos los partidos están de fiesta –como declara el oportunista Navarrete del PRD- porque Guerrero, Oaxaca, Chiapas, Michoacán, avanzan positivamente hacia la competencia electoral. La realidad es que a pesar de la devaluación, el desplome de la productividad, la falta de inversiones, el desempleo, la inestabilidad, al Peña, Videgaray, Osorio y demás, no se les ve nada nerviosos ni preocupados porque tienen el control absoluto de la clase política y empresarial. Desde los sesenta he visto que gobierno y PRI, a pesar de los problemas, nunca han estado en jaque.

7. Los procesos electorales, así como la llamada democracia electoral, nacieron de la cabeza inteligente de la burguesía como una gran forma de control. Puta, “si en las aristocracias feudales no se votaba, ¿no fue una ganancia del pueblo que la burguesía le haya concedido el derecho de votar? No sólo eso; la burguesía ha autorizado la formación de partidos con multimillonarios subsidios, libertad para hacer propaganda y para que libremente se designen candidatos. ¿Qué más democracia quieren si los tres poderes están al servicio del pueblo? Si en el gobierno del pueblo se cometen errores no es por falta de voluntad; son pequeños errores que no afectan a todo el país porque este es más grande que los descontentos”.

8. En los últimos años el fachopanista Calderón que creímos que era un imbécil y que sólo gobernaría unos meses, con el apoyo del ejército y de los EEUU, destruyó a la APPO, se comió al PRD, cesó a 44 mil electricistas, debilitó a los mineros, aisló en Chiapas al EZLN, se impuso a López Obrador. Hoy Peña Nieto, con el trabajo adelantado de Calderón, entró e impuso las 11 ó 12 reformas constitucionales con una facilidad inaudita. Pero allí están los procesos electorales que sirven para ver la cara de tontos, de imbéciles, a todos los que con su voto hacen mucho más fuerte al sistema capitalista y, en estos años, golpean con mucha fuerza la lucha social. Ni modo, es la expresión de la conciencia formada por el capitalismo.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=198132

Constatemos, como también en Bolivia, se desvió hacia empresarios fondos destinados a "abordar y resolver los graves, profundos y estratégicos problemas que tienen los sectores indígenas y campesinos del país, precisamente por tratarse de uno los más vulnerables, explotados y excluidos de la sociedad".

Caja de Pandora
25 de febrero de 2015

Por Arturo D. Villanueva Imaña (Rebelión)
A lo largo de nuestra historia, en la política como en la realidad nacional, se han sucedido culebrones que han hecho temblar estructuras de poder, de gobierno o de instituciones nacionales, porque sacudieron las fibras más íntimas o los principios más elevados de la sociedad y del Estado, obligando a realizar cambios. Por ello y en vista de los innumerables y generalmente perversos incidentes que surgieron a conocimiento público, se identificaron como cajas de Pandora, en referencia aquel mito griego por el que Zeus las creó.
Actualmente, uno de ellos está vinculado a daños económicos al Estado y la corrupción, que la Contraloría General ha identificado en el uso de los recursos provenientes del IDH, que el Fondo Indígena utiliza y destina para financiar proyectos de los sectores indígenas y campesinos del país. Sin embargo, a pesar de su gravedad y siguiendo aquella lógica simplista y punitiva de encontrar culpables, no importando las causas y los asuntos de fondo que lo originaron, el impacto y sus consecuencias parecen estar destinadas únicamente a sentar un nuevo escarmiento y precedente para los individuos que finalmente se identificarán como corruptos. Y ello podría suceder en el mejor de los casos, porque por el estado en el que se encuentra la administración de justicia, así como la recurrencia a las dilaciones e innumerables “recursos legales” a las que estamos acostumbrados, finalmente podrían dar lugar a que los presuntos culpables logren torcer el proceso, salgan con su gusto y se burle nuevamente la justicia. Es decir, en realidad se habrá omitido y evitado realizar una investigación completa y de fondo, y mucho menos contribuir a identificar, resolver y corregir aquellos asuntos estratégicos de fondo, que hacen a la gestión del proceso de transformaciones y cambio que todos esperamos.
Debe tomarse en cuenta que los resultados de las indagaciones realizadas por la Contraloría, solo dan cuenta de 71 millones de bolivianos que se desembolsaron a 153 proyectos, cuando en realidad entre fines del año 2010 y el primer semestre de 2011 se aprobaron más de 1.100 proyectos por un monto que supera los 1.260 millones de bolivianos (¡!) y, además, también se ha calculado que en 8 años se han asignado alrededor de 3.500 millones de bolivianos (alrededor de 500 millones de dólares, sin contar otros 2.100 millones de bolivianos que quedaron en caja y banco).

Y cuando nos referimos a otros asuntos de fondo de los que no se habla, estamos haciendo referencia, por ejemplo, a que el Fondo Indígena (una vez identificados, juzgados y sentenciados los culpables, si se logra), continúe siendo una especie de caja chica (con grandes recursos), para administrar las disputas y la pugna de intereses entre los sectores indígenas y campesinos; sufragar gastos arbitrarios; utilizar prebendal y patrimonialmente los recursos como mecanismo de perversión, corrupción y tráfico de influencias; así como la de mantener aquella lógica colonial de “donantes y beneficiarios” para la distribución de los recursos disponibles (amén de facilitar la conformación de una casta o cúpula con amplios poderes para decidir qué, dónde, cuánto y a quién se financia).

Por otra parte, resulta totalmente incomprensible que el Fondo Indígena que dispone de una gran cantidad de recursos, cuya sostenibilidad y disponibilidad en el tiempo están garantizadas, haya mantenido y reforzado una lógica clientelar e inmediatista de financiamiento de pequeños proyectos puntuales, localistas y hasta de beneficio familiar, que dispersaron y atomizaron el impacto y un manejo eficiente de los recursos. No existió la voluntad e iniciativa para preocuparse por abordar y resolver los graves, profundos y estratégicos problemas que tienen los sectores indígenas y campesinos del país, precisamente por tratarse de uno los más vulnerables, explotados y excluidos de la sociedad. Y este asunto es aún más grave, cuando nada menos que la Presidenta del Fondo, la ministra de Desarrollo Rural y Tierras, exdirigente nacional de las mujeres campesinas, que por varios años se ha permitido efectuar gestiones, comprometer todo tipo de facilidades e incentivos, e inclusive otorgar beneficios y licencias más allá de lo legalmente justificable en favor de sectores empresariales y agroindustriales, tradicionalmente conservadores y de intereses antinacionales, no haya tenido la elemental iniciativa de trabajar en favor de su propio sector oprimido y discriminado. Es decir, en un Fondo tan estratégico como pudo haber sido el Indígena. Peor aun cuando se resiste a dar su palabra, explicar su actuación en el manejo de los recursos del Fondo Indígena y dar por entendido que sólo serían culpables quienes utilizaron los recursos. Como si la responsabilidad y obligación (triple por ser autoridad, miembro de los sectores afectados y militante de un proceso de cambio), sólo fuese atribuible a quienes siguieron la lógica de expresar sus necesidades inmediatas, pero que no se aseguraron de respaldar documentalmente los gastos y/o dar continuidad a proyectos iniciados. 
Arturo D. Villanueva Imaña es Sociólogo, boliviano. Cochabamba.

Fuente: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=195808