sábado, 15 de marzo de 2014

Veamos de qué manera ('democrática' y nac&pop) el gobierno CFK sigue la política de estado,desde los ochenta, de perpetuar la deuda y el pago para el saqueo de los grandes capitales imperialistas y locales.

El convenio de solución amigable y avenimiento de expropiación con REPSOL:
Del giro simbólico al real

Por: Bruno Costas - Claudio Lozano (IPYPP)

Más allá de las argumentaciones de Kicillof, Argentina le pagará a Repsol el equivalente a 41 U$S por acción de la empresa YPF. Valor éste que responde a la cotización que la empresa tenía en los mercados internacionales en el año previo a la expropiación.

En este trabajo demostramos que la propuesta oficial equivale a haber emitido deuda a una tasa del 12,34%, tasa esta similar a la que Argentina asumiera en plena crisis del 2001. Para ser más gráfico, el acuerdo con Repsol equivale a haber emitido deuda por U$S 8.300 millones a una tasa compatible con los estándares internacionales vigentes. Ejemplo de esto son las recientes colocaciones de deuda hechas por Bolivia, Brasil o la misma Repsol (ninguna de estas supera el 4% anual).



Resulta inconcebible que una empresa que consumó vaciamiento y daño ambiental sea premiada por la Argentina con una compensación que reconoce una tasa de interés que es el triple de lo que sería razonable en el mundo de hoy.

La razón es obvia:
la sobretasa oculta el verdadero reconocimiento a Repsol de un valor cercano para el 51% de las acciones de U$S 8.500 millones.


El giro simbólico -y real- del actual Ministro Axel Kicillof respecto a la compensación por el 51% de las acciones de YPF a Repsol debe ser enmarcado en el giro ortodoxo que ejecuta el gobierno: fuerte devaluación, ajuste salarial por debajo de la inflación, arreglo con el Club de París, arreglo con los Holdouts, pago de sentencias del Ciadi en poder de fondos “amigos” como Gramercy, dura ortodoxia monetaria para estabilizar el tipo de cambio y proyectos de inminentes tarifazos. Un giro que intenta, ante la necesidad imperiosa de recomposición de reservas, la vuelta a los mercados internacionales de crédito vía nuevo endeudamiento.

Si bien es cierto que en la ya célebre reunión en el Senado del 17/4/2012 Kicillof no dijo que a Repsol no se le pagaría “ni un peso”, sí cuestionó las pretensiones de la empresa respecto a un reconocimiento del valor de la acción en los mercados secundarios, rechazando de plano esos valores y poniendo en duda la información disponible sobre sus reservas reales. Además, tanto el Ministro como Julio de Vido insistieron en esa oportunidad sobre la necesidad de cuantificar el daño ambiental de la gestión Repsol y que en consecuencia el país se cobraría por ese perjuicio. Por otra parte se asimiló el caso YPF con el de Aerolíneas Argentinas, donde un Tribunal de Tasación dictaminó un fuerte patrimonio negativo y por lo tanto no hubo pago compensatorio. Si Repsol mentía con las cifras, si sistemáticamente se remitieron utilidades al exterior por encima de la reales generando desinversión y vaciamiento, si se había producido un gran daño ambiental del cual Repsol era responsable, bien se podía concluir que la compensación sería cero o mucho menor a las pretensiones del accionista.

Pero en esa jornada además Kicillof definió como “tarados” a quienes pretendían que se pagara a Repsol lo que éste pretendía o un valor con referencia a la cotización reciente de la acción en los mercados internacionales. Dos días más tarde en un reportaje en la TV Pública repitió los mismos argumentos dando a entender que era posible que el Tribunal de Tasación dictara cualquier monto como “el que corresponda”, advirtiendo que se podía llegar a pagar la compensación en U$S o en pesos, al contado o en bonos.

Pasaron casi dos años y aquél Vice aguerrido es hoy un Ministro componedor. Tanto, que la compensación definida en el proyecto oficial se parece -y mucho- a los planteos originales de Repsol. El 27/2/14 en diálogo con Víctor Hugo Morales, Kicillof se enojó con los opositores al proyecto ya que están "muy nerviosos porque el diferendo termina de forma amistosa". "Si no tienen argumentos, los inventan. Si tienen que decir algo estúpido, lo dicen". "Decir que Argentina esta pagando una indemnización de 5 mil millones de dólares pero pagándola hasta el año 2033 con intereses, entonces paga más porque se suman todos los intereses al costo de la indemnización, no tengo nada que discutir, me da pena". Y “es obvio que hay que pagar interés, porque sino es una estafa al otro, pero ese interés es muy bueno".

Y el 1/3/2014, en un extenso reportaje en Página 12 el Ministro parece festejar el acuerdo amistoso con Repsol con cierto cambio de tono: “Nunca nuestro objetivo fue perjudicar a Repsol. Íbamos a pagar un precio justo y razonable. No el que ellos querían, sino el que marca la ley…”. Y para justificar el atajo respecto a la vía tradicional: “La vía del Tribunal de Tasación no daba por terminados todos los diferendos judiciales., sino que agregaba nuevos. Ibamos a dejar la indemnización pagada en el banco pero litigando por la diferencia y la vía judicial activa en todos los frentes”. Y reconoce que el Tribunal de Tasación intervino en el acuerdo, tanto en el número como en la forma de pago y el desistimiento de las acciones legales. Una evaluación difícil que sin fundamento alguno esta refrendado en dos páginas en el Anexo II del Acuerdo. Por otra parte pondera el arreglo ya que Repsol demandaba U$S 10500 millones y sólo se llevará U$S 5000 millones. “Y como en su balance la valúa a U$S 7053 millones, deberá mandar a pérdida la diferencia, por lo que no se puede decir que se pagó caro.”

Por último, una especie de confesión: “el acuerdo logrado fue una carambola a tres bandas. La solución amistosa consensuada termina con toda la litigiosidad: las 31 causas judiciales abiertas por Repsol. En segundo lugar, se puso a trabajar a YPF con resultados y ya es una empresa distinta. El acuerdo probablemente destape vías de acceso a financiamiento y asociaciones que, si bien no estaban obturadas, sí entorpecidas por acción del diferendo. YPF va a tener un año extraordinario y va a ser uno de los sectores que empuje la economía. En tercer lugar, la Argentina volvió a los mercados voluntarios de deuda, porque se pagó con títulos a una tasa de interés de mercado y a plazos muy largos. Lo que hubiera sido muy oneroso es pagar 5000 millones en efectivo.”

Es objeto de este trabajo analizar algunas dimensiones poco claras de este Acuerdo, refutando muchas de las certezas vertidas por el discurso oficial: 


a) que el valor nominal de emisión podría llegar a U$S 6000 millones, cuando el número es U$S 6503 millones, ya que se emite el Discount que ya está capitalizado desde el 2005 hasta el 2013.
b) que de tener que emitir el total de los bonos Argentina terminaría pagando U$S 11297 millones entre amortización e intereses hasta el 2033, número superior a la demanda de Repsol en el CIADI,
c) lejos de cualquier consideración sobre daño ambiental o cifras de reservas esperadas, el Tribunal de Tasación da el OK al Acuerdo sin consideración alguna,
d) se emite un bono nuevo -el Bonar 24- con una escandalosa tasa de emisión del 8,75%, cuando el mismo bono tiene una garantía adicional del BNA que cubre contingencias hasta agosto del 2015. Un bono con este plus debería tener una tasa sustancialmente menor,
e) se hace un acuerdo donde el monto final a emitir depende de condiciones de mercado que Argentina no puede manejar. Y se da la paradoja que si el beneficiario -Repsol- anuncia que se desprenderá de los bonos a cobrar puede hundir los precios de los mismos en los mercados secundarios y con eso….cobrar más bonos!!!! Si bien considerando los precios de hoy la emisión de Títulos Públicos Adicionales podría estar acotada, todavía faltan dos meses para que caduquen los plazos del Acuerdo donde el precio de los Títulos caiga significativamente, lo que implicaría que se gatille la emisión total de los U$S 1000 millones Adicionales.
f) la actitud racional por parte de Repsol ante este Acuerdo sería enajenar inmediatamente los bonos pero autocomprarlos -mediante alguna entidad financiera asociada- ya que si se los queda la percepción de la renta se acaba cuando amorticen U$S 5000 millones, mientras que para el potencial comprador esa amortización alcanzaría a U$S 6503 millones. Lo absurdo del Acuerdo es que si Repsol mantiene la posición Argentina pagaría mucho menos que si la enajena. Si entonces lo racional -para Repsol- es vender, es esperable que los precios caigan y así aumente la probabilidad de tener que emitir el total del U$S 6000 millones,
g) si bien se tildó en su momento de “tarado” o “estúpido” a aquel que supusiera que la compensación a Repsol estuviera vinculada a valores de cotización bursátil, se puede demostrar que el valor presente de lo que el país pagaría (a una tasa de descuento razonable) coincide con lo que la acción de YPF cotizaba en promedio un año antes de la ley de estatización: todo el resto parece humo y muy fugaz.
Quizá el cierre al reportaje mencionado de Página 12 explique mejor las prioridades del gobierno y del Ministro: “Con respecto a los vencimientos de la deuda, este año tiene pagos relevantes, el que viene también y después, como resultado de la política de desendeudamiento, nuestros vencimientos con acreedores privados caen. El peso de los servicios de deuda contra el PBI es irrisorio en relación con la historia argentina. Si llegamos al peor escenario de emitir 6000 millones, supongamos que rinden 10 por ciento anual, serán entre 600 y 800 millones adicionales. Para un país como la Argentina, con un PBI como el que tiene, no le hace mella. Sí podía hacerlo pagar los 5000 millones de una vez.” Esta interpretación falsa y psicópata de la realidad esconde lo que el Acuerdo con Repsol dice a gritos: que el giro del plano simbólico al real obedece a la necesidad de dar señales al mundo de que Argentina vuelve al mercado de deuda internacional y en condiciones que replican la lógica noventista.

Las características del convenio (...) 
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