sábado, 25 de enero de 2014

I. Legitimamos, mayoritariamente, al capitalismo-imperialismo por creer en la democracia que éste permite.

  Se trata, entonces, de generalizar la conciencia sobre 
el modelo vigente y sobre la democracia a construir desde abajo.

El modelo es violencia. Violencia de despojo, de desalojo, de avasallamiento de pueblos, grupos e individuos con sus familias. Violencia de sus consecuencias sociales: el hambre, la desnutrición, el envenenamiento, la quita del agua y la energía, las sequías e inundaciones, el desamparo, la represión. En fin, violencia de destrucción de las ecorregiones o sea de las comunidades en interrelación e interacción con la naturaleza que de este modo establecen las condiciones de vida del presente y futuro en esos lugares. Pese a este exterminio masivo y desertificación, las grandes mayorías permanecen pasivas e indiferentes. ¿Por qué? Está el enmarcamiento referencial en el mito de estar bajo el gobierno de los derechos humanos y que adquiere sustancia y dinámica en ideas fuerzas.  Intentemos averiguar cuáles son.
Primero: la inevitabilidad de las dicotomías social/ambiental  y progreso/ zonas de sacrificios para el bienestar y la equidad sociales.
José Seoane señala: "La justificación del modelo extractivo exportador se sustenta habitualmente -tanto en los discursos corporativos como del funcionariado político y los comunicadores sociales- en el aporte aparentemente insustituible que dichas actividades realizan al crecimiento económico, al empleo y el desarrollo local y nacional. Esta formulación, en sus versiones mejor intencionadas, sirve para delimitar una cuestión ambiental y su afectación como una consecuencia no deseada pero inevitable, como un "daño colateral" negativo pero aceptable a la luz de los beneficios económico-sociales obtenidos. (...)
En el marco del modelo extractivo exportador, la conformación de estas dos cuestiones (lo social y lo ambiental) se enlaza e inscribe en otro dualismo que refiere a la diferenciación y oposición entre el mundo rural propio del mal llamado interior del país y los grandes centros urbanos. De esta manera, la inscripción territorial y material de la cuestión ambiental en territorios de rica naturaleza alejados de las grandes poblaciones realiza contemporáneamente la concepción de "territorios vacíos" o "territorios sin historia" donde la vida y los pueblos que habitan los mismos son invisibilizados o deshumanizados en el proceso de constitución de una "pura naturaleza" cuyo destino es ser explotada (...).
Fuente: "Extractivismo, despojo y crisis climática"/ José Seoane; Emilio Taddei; Clara Algranati - 1a ed. - Buenos Aires: Herramienta, El Colectivo 2013. 
La realidad muestra que los saqueadores oficializados como inversores sólo acumulan riquezas y poder a su beneficio. Fabiana Arencibia (RED ECO), en "Inflación y concentración económica" remarca: "(...)Las 500 empresas más grandes del país concentran un 23,2 por ciento de lo que Argentina produce (producto bruto / valor agregado), incrementándose 1,2 por ciento respecto a la encuesta anterior.

El alto nivel de concentración permanece. Las 100 más grandes generan 7 de cada 10 pesos del producto bruto; las 50 más grandes concentran 5 de cada 10 pesos. Pero son sólo las 4 grandes que explican 1,5 pesos de cada 10.

De las 500 que están a la cabeza del ranking, 455 obtuvieron ganancias por 15.000 millones de pesos más que a fines de 2010. La encuesta anterior mostraba ganancias en 417 con un incremento en las utilidades 2008-2009 de 9.000 millones de pesos. Si promediamos en forma lineal, a fines de 2009 las 417 empresas obtuvieron 22 millones de pesos más cada una, mientras que en 2011 las 455 se llevaron cada una 33 millones más. Más empresas, más ganancias cada una.

Estas grandes empresas han incrementado su personal asalariado en menos de un 6 por ciento durante el 2011. Si analizamos cuál fue el aporte de cada actividad al generar ese incremento, veremos que “resto de actividades” va a la cabeza (35,6%), seguido por el de “maquinarias, equipo y automóviles” (25,3%). Muy lejos está “minas y canteras” (5,3%), “combustibles, químicos y plásticos” (4,4 %) y más lejos aún los de “alimentos, bebidas y tabaco” y “comunicaciones” (cada uno con 2,4 %).

Las 50 más grandes - que produjeron más de la mitad del PBI y se llevaron más de la mitad de las ganancias - sólo han generado (dentro de las 500), 3 de cada 10 puestos de trabajo.

Por otra parte, la productividad (valor agregado por cada trabajador) creció durante 2011 en más de un 20 por ciento. Según la encuesta cada asalariado de las 500, aportó con medio millón de pesos al producto bruto/valor agregado.

El siguiente cuadro - con datos de la ENGE - resume cuánto han contribuido, dentro del ranking de las 500 más grandes, las empresas de capital nacional y las de capital extranjero a la facturación total, al valor agregado, al pago de salarios, a la generación de puestos de trabajo, durante el 2011.(…) Según la nueva encuesta se mantiene la extranjerización: casi 7 de cada 10 de las empresas más grandes del país son extranjeras (178 son de capitales nacionales y 322 son de capital extranjero).

En cuanto a las áreas productivas, 37 son del sector minas y canteras, 284 de la industria manufactureras (alimentos, bebidas y tabaco: 100 - combustibles, químicos y plásticos: 78 - otras industrias: 59), 41 son del sector electricidad, gas y agua, 20 de servicios de comunicación e información, y el resto corresponde a otras actividades.
(...)".
Fuente: http://www.argenpress.info/2013/02/inflacion-y-concentracion-economica.html
Lo fundamental es lo que denuncia e instala en la agenda pública:
Prensa Unión de Asambleas Ciudadanas Informa
24 de enero de 2014 
DECLARACIÓN CONTRA LA MEGAMENTIRA
Marcha N° 43 en Bariloche contra el saqueo y la contaminación
.
Las mentiras alrededor de la megaminería son muchas, y eso llevó a la Asamblea de Vecinxs de Bariloche a exponer algunas ante la opinión pública y en la calle. Por esa razón, la marcha 43 fue “la marcha contra la mentira”. A pesar del frío una vecina dijo: “nada nos va a parar, les vamos a gastar las calles a marchas hasta que nos devuelvan la ley anticianuro”. La marcha se detuvo en cada esquina para repartir volantes con la declaración de la Asamblea de Vecinxs
de 
Bariloche contra la mentira de la megaminería. Además en cada parada se leía alguna de las mentiras y esto 
Atrajo la atención de mucha gente que paseaba por el centro cívico de Bariloche.
 
Es importante comprender que la megaminería la imponen no sólo las corporaciones con mucho dinero, sino también un poder político cómplice y algunos medios que buscan confundir la información.
 
Para esta marcha sobre la mentira nos basamos en fragmentos del libro “15 mitos y realidades de la minería transnacional en Argentina”, de Svampa y Viale.
 
Aquí la declaración:
Desde la Asamblea de Vecinxs de Bariloche contra la megaminería
Declaramos:
Que no somos fundamentalistas contra todo tipo de minería, sino contra la megaminería a gran escala.
La minería metalífera hidrotóxica a gran escala, a la cual nos oponemos, es muy diferente de la minería tradicional, implica voladuras de montañas y alto consumo de agua con químicos altamente peligrosos para el consumo humano. Hay diferentes tipos de minería: la sal de mesa, el azufre, la cal, el cemento, la arena y el ripio, las piedritas para el gato, entre otros.
También es diferente la minería del hierro, la cual no requiere tóxicos ni voladuras de montañas, de la del oro, material suntuario para cuya extracción hay que pulverizar la roca y usar cianuro.
Esta metodología de acusar a quienes nos oponemos a estos emprendimientos, es sólo la punta del iceberg, ya que también hay amedrentamientos, amenazas, represiones, abuso del poder judicial para criminalizar a la gente y difamación de funcionarios armando campañas mediáticas.
 
Que la minería NO es un motor de desarrollo que impulsa la economía nacional
Las megamineras, originarias de países con estrictas leyes ambientales, vienen a la Argentina sólo para llevarse la materia prima, aquí no queda nada, o mejor dicho queda la destrucción y la contaminación de nuestros suelos y nuestros recursos naturales.
Además es necesario tener en cuenta los consumos de estos megaproyectos:
Bajo la Alumbrera, Pascua Lama, y Agua Rica gastarían 395MW y la central nuclear Atucha 1 produce 357MW. No solo eso, sino que, además de estar conectadas a la red nacional de suministro, estas empresas están subsidiadas y libres de impuesto. (datos CEMoP , Centro de Estudios Económicos y Monitoreos de las Políticas Públicas).
Bajo la Alumbrera en Catamarca consume el equivalente al 80,2% del total consumido por toda la provincia de Tucumán. Para producir esa electricidad la Central de El Bracho, en Tucumán, quema unos 8,74 millones de metros cúbicos de gas natural por mes.
La Alumbrera consume y contamina 100 millones de litros diarios de agua.
La electricidad para producir 50 gramos de oro es el consumo anual de un hogar.

 
Es falso que la minería genera empleo y crecimiento económico local.
Mienten sobre la cantidad de puestos de trabajo a crear, la mano de obra local sirve solamente para la instalación de la mina, y luego los puestos mejor pagados son cubiertos por personal calificado que viene de otros lugares.
Por ejemplo según el Censo Nacional del 2001 la cantidad de empleadxs en el sector minería durante este periodo fue de apenas 0,8% del total de ocupados de la Provincia de Catamarca.
 
Es una brutal mentira que la minería se instala en zonas postergadas, que crea un círculo virtuoso, que genera desarrollo y que eleva el nivel de vida de la población
Ninguno de los países especializados en la provisión de materias primas, ha superado la pobreza y el subdesarrollo gracias a la gran minería transnacional.
Ejemplo: en la Argentina el caso de Catamarca ilustra esta situación. Tras 15 años de explotación de Bajo la Alumbrera, el primer emprendimiento megaminero radicado en el país, el paisaje socioeconómico de la provincia no ha cambiado favorablemente, sino todo lo contrario: se evidencia la intensificación de preocupantes indicadores sociales con niveles de pobreza e indigencia, de desempleo y subempleo, de los más altos del país.

 
No es verdad, ni se acerca, que la megaminería puede ser limpia, que no contamina el ambiente y se puede hacer sin riesgos ambientales. Mienten al decir que hay  una solución técnica para cada problema ambiental.
La Megaminería produce una grave e irreversible destrucción de los ecosistemas; contaminación de las fuentes de agua; la magnitud y peligrosidad de los insumos y efluentes; una profunda afectación a la flora, la fauna, el hábitat y el paisaje local; y la consecuente pérdida de biodiversidad. Este tipo de actividad minera contribuye con el 20% al cambio climático global. Por otro lado, la megaminería se ha convertido en una importante fuente de conflictos por el agua, ya que el uso minero ha desplazado no sólo a las actividades agrícolas, sino también llega a poner en riesgo la disponibilidad de agua para el propio consumo humano básico.
 
Es mentira que las empresas transnacionales se comportan con responsabilidad social empresarial, robusteciendo el tejido socioeconómico de la zona. 
Las empresas abusan del término responsabilidad social empresaria para generar un círculo de dependencia: hacen donaciones a las comunidades afectadas, para escuelas y hospitales, por ejemplo, generan vínculos universidades públicas y privadas ofreciéndoles convenios y subsidios. Esta modalidad empresarial es un recurso que refuerza la dependencia de las poblaciones y aumenta su control sobre la misma. En definitiva, la Responsabilidad Social Empresaria es un modelo inventado por y para grandes empresas con el objetivo de defender sus intereses frente a la opinión pública. La Educación y la Salud son obligaciones del Estado y nunca de las empresas contaminantes.
 
Por lo tanto:
Estas son sólo algunas de las mentiras que llevan adelante empresas, funcionarios cómplices, medios y sectores “interesados” de la megaminería. Por eso cabe destacar la cantidad de luchas llevadas a cabo por organizaciones campesino- indígenas, asambleas y diferentes movimientos socioambientales en toda América Latina, que nos recuerdan que: EL EXTRACTIVISMO NO ES UN DESTINO, ES UNA OPCIÓN POLÍTICA Y CIVILIZATORIA QUE ASUMEN LOS DIFERENTES GOBIERNOS.

Por esta razón la Asamblea de Bariloche, como sujeto político, se pone firme en la demarcación de los límites: de este lado estamos quienes sostenemos una posición de defensa del agua y el territorio, del otro lado las corporaciones del saqueo y la contaminación.
Afirmamos una vez más, que NO es NO. Todxs somos Territorio.
 
PRENSA DE ASAMBLEA DE BARILOCHE CONTRA LA MEGAMINERÍA -
Bariloche, 22 de enero de 2014
 
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Comisión Prensa y Comunicación
UAC Unión de Asambleas Ciudadanas

 

UAC Unión de Asambleas Ciudadanas
Contra el Saqueo y la Contaminación
Pero a la humanidad entera le urge (porque "el cambio climático y el declive energético tienen horizontes de cinco o diez años") asumir que es ecodependiente y por lo tanto, debe proyectar economías conformes con las ecorregiones e interrelacionadas como un continente-planeta en evolución y equilibrio por su heterogeneidad. Reflexionemos sobre:
 
ECOSOCIALISMO, UNA ALTERNATIVA

(AW) Entrevista a Yayo Herrero, coordinadora de Ecologistas en Acción
"El capitalismo nunca podrá ser verde ni tener rostro humano"
Por Lucía Villa
Antropóloga, ingeniera técnica agrícola y diplomada en educación social, Sagrario (Yayo) Herrero, se las arregla para combinar su trabajo como directora de la fundación FUHEM, ser tutora de Educación y Sistemas Complejos en la UNED y llevar, junto a otros dos compañeros, la coordinación estatal de Ecologistas en Acción, que asume desde hace ocho años. Además, acaba de publicar 'Las personas primero' (Icaria, 2013), un libro de conversaciones junto a la diputada Mónica Oltra. Pero Yayo Herrero es, sobre todo, una activista incombustible y de amplia trayectoria. Durante los días 24, 25 y 26 de enero viajará a Ginebra para intervenir en los Encuentros Internacionales Ecosocialistas, una "prueba embrionaria" para tejer lazos entre grupos ecologistas y movimientos de la izquierda social que pretende llegar a acuerdos sobre cómo abordar las diferentes crisis a las que se enfrenta el Planeta y la humanidad. El punto de partida, en cualquier caso, está claro: "Es imposible salir de la crisis financiera, económica y social sin tener en cuenta la crisis ecológica".

-Los encuentros en Ginebra abordarán los principales retos sociales y ecológicos que enfrenta el mundo. ¿Cuáles son esos retos?
Nos encontramos ante una crisis energética muy importante. Organismos como la Agencia Internacional de la Energía ya han reconocido que el pico del petróleo convencional se alcanzó en 2006, lo cual quiere decir que por cada barril que se saca no encuentran reservas para sustituirlo. Esto en un mundo globalizado que podría decirse que come petróleo. Pero si hablamos del agua, la crisis es tremenda. Los picos no son sólo energéticos, sino también en otros materiales. Habrá luchas por el acaparamiento de tierras según se vayan agotando los combustibles fósiles. Según se pretendan mitigar los peores efectos del cambio climático muchas cosas tendrán que salir de la tierra. Pero La Tierra es limitada.
Y son retos urgentes. No podemos estar pensando cómo transitamos durante los próximos 50 años, sino que el cambio climático o el declive energético tienen horizontes de cinco o diez años.
-Sin embargo, atendiendo a las medidas que se han tomado a raíz de la crisis, la única urgencia parece la recuperación económica. ¿Crisis financiera y crisis ecológica como conceptos inseparables es todavía una idea alejada del terreno político?
Sí.
Los encuentros de Ginebra nacen, sobre todo, con el planteamiento de que es absolutamente imposible salir de la crisis financiera, económica y social si no tenemos en cuenta las bases materiales que sustentan la vida humana. Lo que sucede a nivel de opinión pública, e incluso en muchos ámbitos políticos con capacidad de decisión, es que ha ido calando toda esta mitología de que la economía y el dinero se mueven totalmente al margen de lo que sucede en la tierra. Y es un error, un error suicida.
Nos asusta cada vez más que una problemática como ésta, que pone en jaque todo el modelo económico globalizado, esté fuera del debate de las personas. Hemos tenido a la gente pendiente de la prima de riesgo y sin embargo, un asunto central como la viabilidad ambiental de la economía no se está poniendo en cuestión.
Términos como el de "pobreza energética" reflejan bastante bien cómo la crisis económica está muy unida a la ecológica. Cada vez hay más personas que tienen dificultades para acceder a los mínimos de energía necesarios para calentarse o desplazarse por la subida de los precios, que en parte se deben a la especulación, pero desde luego también a la escasez del recurso.
-Cuando en los 80 se hablaba de cambio climático muchos os tomaron por locos. Ahora habláis de la crisis ecológica como una amenaza sin precedentes para la humanidad ¿Tiene la sensación de que sigue pasando los mismo?
Yo creo que se han producido avances importantes. Cada vez más gente tiene en la cabeza que esto es un problema. Lo que pasa es que el avance en conciencia ecológica que reflejan las encuestas ha ido correlacionado con un incremento de todos los indicadores que demuestran el deterioro. A nuestro juicio hay problemas que son de corte político, pero hay también un problema clave que es cultural: se ha perdido la percepción de ser ecodependiente. 
Por otro lado está toda la mitología capitalista, que es como droga dura, alimentados con ella desde que estudias en el cole. La idea, ahora mismo, de que sin crecimiento económico es imposible que haya bienestar, está absolutamente calada. 
 
-De hecho, el decrecimiento es una de las corrientes más debatidas de la ecología política y que usted ha estudiado. Pero no se plantea como una alternativa sino casi como una imposición: vamos a tener que decrecer tarde o temprano, lo queramos o no...
Al movimiento ecologista no le preocupa tanto si sube o si baja el PIB. El problema es que hoy por hoy los incrementos del PIB están directamente acoplados a un aumento de la extracción de materiales, del consumo de energía y la generación de residuos. Lo que nos planteamos es que el decrecimiento de esa esfera material de la economía va a venir impuesta. Un planeta limitado lo va a imponer. Por eso es tan importante ver cómo se puede abordar, porque si se hace con los criterios que tenemos ahora, lo más factible es que quien tenga poder económico, político y militar siga sosteniendo sus estilos de vida a costa de que cada vez más gente quede fuera.
Creemos que hay opciones para reformular todo el modelo productivo. No sería tan ingenua de decir que ese plan está diseñado y que es perfectamente coherente, porque no es así, pero desde luego hay propuestas sobre las que empezar a debatir y que están absolutamente ocultas.
-¿Estamos preparados?
No, porque ninguna de esas cosas va a funcionar si no tenemos en cuenta una clave y es que la humanidad, quiera o no, tiene que aprender a vivir bien con mucho menos material y energía. Esto no quiere decir que, incluso con esa merma material, no pueda subir muchísimo la calidad de vida. Pero algunos de los indicadores que hemos incorporado, como riqueza, progreso, o vivir bien, están muy basados en el consumo de materiales. 
Lo que plantea el movimiento ecologista es que se mida cuánto es posible consumir con los recursos que tenemos, y en función de eso, ordenar lo que es posible demandar. Y ahí el gran reto es cómo hacer ese trabajo de educación popular, porque lo que sí que creo es que hace falta que una gran cantidad de la población quiera estos cambios y esté dispuesta a defenderlos. 
Precisamente, el ecosocialismo se plantea como objetivo "una nueva civilización, un modo de vida alternativa, fundada sobre nuevos valores sociales y éticos". Esto no implicaría solo un cambio político, sino cambiar la conciencia global. Es un reto difícil...
Es un reto enorme. Gramsci, que creo que es un pensador al que tendríamos que volver, planteaba algo que a mí me parece muy iluminador, y es que un sistema político no es hegemónico porque se haya hecho sólo con las estructuras políticas y económicas, sino que el sistema se convierte en hegemónico cuando se adueña de todo el marco cultural. Es decir, el capitalismo se hace hegemónico cuando la mayor parte de la sociedad desea las cosas que ofrece y mira con los mismos ojos que mira la sociedad capitalista. Por eso, darle la vuelta al sistema supone, desde luego, disputar en el terreno de lo económico y en el terreno de lo político, pero también en el de lo cultural. Ahí, movimientos como el ecologista o el feminista ofrecen otras formas de mirar la sociedad y de mirar la reorganización de los tiempos y de los espacios, que es muy importante tener en cuenta.
Ahora mismo, te encuentras muchas propuestas que lo que tratan, de alguna manera, es de volver a poner en marcha la maquinaria del crecimiento. Incluso por parte de gente muy bien intencionada. Pero corremos el riesgo de intentar salir por la misma vía e ir haciendo cada vez más profundo el hoyo en el que sume la humanidad y del que cada vez es más difícil salir.
 
-Incluso dentro de los movimientos ecologistas hay quienes califican el decrecimiento como un debate de países ricos. En su lugar, se habla de desarrollo sostenible, de capitalismo verde, de economía del bien común o de otras formas alternativas de desarrollo. Vosotros rechazáis esto de plano. ¿Por qué?
Partimos de la base de que la extracción de materiales está ya disminuyendo. No se trata de que sea un debate de países ricos o pobres, sino que eso es un dato. Cuando en Bolivia o en algunos países latinoamericanos las poblaciones indígenas salían a defender la nacionalización del gas o de los recursos energéticos, a protestar y a denunciar cómo se esquilmaban sus países, estaban poniendo esto de manifiesto. Es una lucha también para los países pobres. Obviamente,
van a tener que decrecer en mayor medida quienes más consumen, pero no es un debate de países ricos porque no es una posición estética, es el debate de lo que queda.
-¿Por qué criticamos las otras opciones? Porque mientras el modelo de desarrollo siga siendo el que tenemos, jamás podrá ser sostenible. Lo mismo que el capitalismo nunca va a poder ser verde ni va a tener rostro humano. Por eso es muy importante poner las cosas encima de la mesa tal y como son, aunque sea duro mirarlo. Lo importante es un cambio de rumbo radical.
-En su caso, en Ginebra hablará sobre ecofeminismo como una alternativa para la sociedad. ¿Qué es el ecofeminismo?
El ecofeminismo es a la vez filosofía y práctica política que lo que propone es que los movimientos feminista y ecologista dialoguen. Porque defiende que, en el dominio del patriarcado sobre el cuerpo de las mujeres y en el dominio que ejerce una sociedad sobre la naturaleza, existen raíces comunes. Comparten una crítica al modelo de desarrollo y al sistema capitalista, señalando cómo una cultura que mide la riqueza con la vara del dinero, oculta las bases materiales para sostener la vida humana como son los recursos de la naturaleza, pero también una cantidad enorme de trabajos que se hacen normalmente de forma oculta y que tienen que ver con el cuidado de los cuerpos vulnerables.
 
El ecofeminismo lo que hace también es resituar a los seres humanos dando prioridad a los vínculos y relaciones entre las personas y con la naturaleza por encima de las relaciones económicas que han construido sociedades alrededor del dinero. Esa pretensión de independencia o autonomía que tanto ha postulado el capitalismo, en realidad es un modelo de dependencia del mercado. Te hacen depender del mercado en solitario, con lo cual te conviertes en una persona muchísimo más vulnerable.
 
-Esto es parte de lo que sale a relucir en la conversación entre Mónica Oltra y usted en el libro ‘Las personas primero', que acaba de publicarse. Hoy por hoy, parece que las personas están en el último escalafón. ¿Hay razones para el optimismo?
Yo creo que no nos queda más remedio que ser optimistas, por pura necesidad. Es verdad que está naciendo una conciencia social de indignación y de movilización muy importante. A raíz del 15M la sociedad es un hervidero de iniciativas, estamos en un momento de madurez democrática y de madurez de los movimientos, pero aún está en una fase muy embrionaria para poder confrontar esa doctrina del shock de la que hablaba Naomi Klein, que nos está cayendo encima como una apisonadora.
Necesitamos que las organizaciones se hagan conscientes de que, o confluimos en movimientos amplios, flexibles, respetuosos, que sumen grandes mayorías, o va a ser muy difícil confrontar, porque el desequilibrio de fuerzas es brutal.
También porque asumimos riesgos muy grandes. Cuando hay grandes sectores de la población desideologizados y despolitizados, cuando se extiende la desafección política y la sensación de que "todos son iguales", en un entorno de enorme precariedad, de miedo, de angustia, de gente que no llega a fin de mes, o gente que se siente sola, se genera un caldo de cultivo tremendo para la emergencia de movimientos fascistas. 

-Pero aunque existen más motivos que nunca, da la sensación de que la izquierda social no consigue aún articularse conjuntamente como una fuerza alternativa. ¿Por qué cuesta tanto ponerse de acuerdo?
Son procesos largos, y he visto avances en los últimos años, pero a veces me desespera un poco todavía no hayamos tomado conciencia del momento tan chungo en el que estamos. Habrá un montón de organizaciones sociales con las que nos separan un montón de cosas, pero desde donde estamos hasta donde queremos llegar, seguro que hay una parte del camino donde todos podemos empujar juntos. Ahí tenemos un reto grande. Cuando en los manifiestos de los últimos años se ha soltado tanto eso de "somos el 99%", contrasta a veces con un cierto desprecio de los movimientos sociales al conjunto de la sociedad. Decimos "somos el 99%", pero con este no voy, con este tampoco y con aquel tampoco. Con lo cual, tu 99% al final se queda en una minoría muy pequeña que difícilmente se relaciona con otras
.

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