sábado, 22 de septiembre de 2012

II. Unámonos contra el modelo extractivo o destructivo que se extiende por el país, el continente y el mundo



Fracking: una fractura que pasará factura

16 septiembre 2012
Por Aitor Urresti y Florent Marcellesi
Artículo publicado en la revista Ecología Política, nº43
Hay una nueva palabra de moda en el mundo de los hidrocarburos, un nombre que se repite una y otra vez: fracking. Aunque se nos puede hacer extraño este término anglófono, el fracking, o fracturación hidráulica, es una técnica que se está aplicando cada vez más a nivel mundial para aprovechar ciertos yacimientos de gas llamados no convencionales que, aunque de más difícil extracción, han entrado con fuerza en la escena energética, social y mediática. De hecho, pese a las incertidumbres y cifras contradictorias sobre las reservas reales de gas no convencional, la Agencia Internacional de la Energía estima que las reservas de estos tipos de gas representa ya la mitad de la base estimada de recursos de gas natural (2011).2

Dado las importantes reservas estimadas, es por tanto lógico que esta técnica despierte interés en un contexto marcado por la escasez de los combustibles fósiles y, sobre todo, por la llegada inminente de los techos de producción para petróleo y gas, como se puede observar en la ilustración nº1. Esto, unido al aumento de la demanda principalmente en los países emergentes y a la poca o nula voluntad de los gobiernos del Norte Global a cambiar radicalmente sus patrones de consumo y producción energéticos,3 ha hecho que los Estados y la industria de los hidrocarburos se lancen de forma desesperada a la búsqueda de nuevos tipos de yacimientos. Aunque de peor calidad y de más difícil aprovechamiento, es atractivo tanto para las transnacionales de la energía por los mayores precios de venta y la especulación en los mercados que terminan haciendo rentables las inversiones iniciales tanto como para los Estados que buscan diversificar sus matrices energéticas y reforzar la seguridad e independencia energéticas de sus territorios.4
Así nos hemos encontrado con nuevos tipos de recursos con nombres tan curiosos como: arenas bituminosas, gas de esquisto, gas de pizarra, shale gas, gas de lecho de carbón, gas profundo, hidratos de metano, etc… Son las últimas fronteras del extractivismo donde se nos quiere dejar pensar que se juega el futuro energético del planeta y su modelo de desarrollo; son los últimos recursos que quedan, los más caros de aprovechar, en los que es necesario usar más energía, y los que a su vez son más perjudiciales para el medio ambiente y la salud humana. Podríamos decir que son los bonos basura de los hidrocarburos, los que alimentan esta nueva burbuja e intentan reconfigurar la geopolítica energética mundial.
Para entender mejor esta tecnología y los retos que conlleva, dividiremos este artículo en una parte de explicación técnica del fracking y sus riesgos sobre el medio ambiente, y una segunda parte donde repasaremos los conflictos socio-ecológicos que se están dando en el mundo en general y España en particular en torno a dicha técnica, puesto que el fracking se ha convertido en una de las tecnologías que mayor contestación está teniendo por parte de la ciudadanía y de movimientos ecologistas, vecinales y sociales.

El fracking, paso a paso5

Una técnica pensada para el gas no convencional

Cuando hablamos de fracking o fracturación hidráulica, estamos hablando de la extracción de gas no convencional, familia en la que se engloban yacimientos conocidos como gas de pizarra, gas de esquistos y gas de lutitas.6 Para comprender lo que es este gas no convencional, veamos primero cómo se encuentra habitualmente el gas en un yacimiento convencional y las dos propiedades fundamentales en lo que respecta a los yacimientos de hidrocarburos:

  • Porosidad: es el porcentaje de huecos que hay en la roca. Este es el espacio que sería ocupado por el hidrocarburo, porque en contra de lo que piensa mucha gente, el gas y el petróleo no están atrapado en unas grandes cavernas subterráneas, sino que se encuentra en los pequeños poros que hay casi todas las rocas.
  • Permeabilidad: es la facilidad con la que el hidrocarburo fluye por la roca. No es suficiente con tener mucho espacio para acumular la sustancia (esto es, alta porosidad). La producción se basa en hacer una perforación en la formación que contiene el gas o petróleo, y extraer desde ese único punto la mayor cantidad posible, con lo que es muy importante que el hidrocarburo se pueda mover con facilidad a través de la formación, es decir, que tenga alta permeabilidad.
Normalmente el gas y el petróleo se encuentran en rocas de gran porosidad, en las que además los poros están bien conectados entre sí, y tienen una elevada per permeabilidad. Estaríamos hablando mayoritariamente de areniscas y calizas. El gas no convencional sin embargo se encuentra en rocas con una porosidad muy baja y de baja permeabilidad. El mayor inconveniente es que la velocidad de extracción del gas no es tan alta como con el gas no convencional. Esto provoca que no se puedan hacer ingresos rápidos por la venta del gas, con lo que la rentabilidad económica del proyecto se ve afectada.
Por estos motivos, hace tiempo que la industria de explotación de hidrocarburos viene desarrollando distintos métodos de perforación que permitan mejorar las propiedades de la formación, para poder producir el gas no convencional al ritmo suficiente como para rentabilizar este tipo de yacimientos. La solución habitual ha sido aumentar el número y tamaño de poros, bien con el uso de ácidos, o mediante la inyección de agua a alta presión que provoque la fracturación de la roca. Esta última técnica es precisamente lo que llamamos el fracking. La mejora experimentada en las técnicas de perforación, unida a la subida de precios de los hidrocarburos, las legislaciones ambientales laxas y los intereses políticos, han permitido que los yacimientos de gas no convencionales se estén explotando cada vez más a nivel mundial, mediante fracturación hidráulica.

y necesitada de muchos químicos y agua

Hay que aclarar que el fracking no se aplica de forma aislada en cualquier tipo de pozo, sino que requiere de una técnica de perforación concreta para que sea más efectivo. En los yacimientos convencionales, los pozos se perforan en vertical. Mientras tanto, en los yacimientos no convencionales, se empieza con una perforación en vertical convencional, pero al alcanzar la capa que contiene el gas, se desvía para penetrar a lo largo de la formación toda la longitud posible. Las técnicas actuales de desvío permiten profundizar hasta un km dentro de la formación sin demasiados problemas, después de haber perforado unos 3 km de media en vertical, con lo que estamos hablando de sondeos que alcanzan con facilidad los 4-5 km. 

Una práctica habitual es perforar varios pozos a pocos metros de distancia entre sí, que se conectan en superficie para producir de manera simultánea. A cada uno de estos conjuntos se le denomina plataforma. A pesar de que con esta técnica de perforación se consigue mejorar la cantidad de gas a extraer por cada pozo, la mejora sigue sin ser suficiente, con lo que es necesario realizar una gran cantidad de perforaciones en superficie. El ratio habitual varía de 1.5 a 3.5 plataformas por km2. Además, la ocupación de suelo de cada una de estas plataformas suele rondar las 2 hectáreas7.


Una vez perforado todo el tramo desviado, es el momento de comenzar la operación de fracking en sí. Para ello, se va aislando por tramos el tramo desviado, se usan unas cargas explosivas para perforar la tubería, y se inyecta agua a alta presión, junto con una serie de aditivos. El objetivo es generar nuevas fracturas en la formación y ampliar las ya existentes. Esta operación de fracturación se puede producir hasta 15 veces por cada uno de los tramos, con aditivos específicos en cada caso. Uno de los aditivos más habituales es arena, para que al quedar atrapada en las grietas, las apuntale, e impida que se cierren una vez terminada la presurización de la formación. Además de la arena, se introduce también hasta 500 sustancias entre las que se figuran 17 tóxicos para organismos acuáticos, 38 tóxicos agudos, 8 cancerígenos probados, 7 elementos mutagénicos, etc. (ácidos, antioxidantes, biocidas, benceno, xileno, disulfuro de carbono, compuestos de piridina, etc.) (Tyndall center, 2011). Hay que decir que la composición del fluido de fracturación es en gran medida desconocida, al ser considerada un secreto empresarial de las empresas encargadas de la operación, y estar exentas de las políticas medioambientales en muchos países.
Si fuera poco, en cada perforación, se necesitan unos 200,000 m3 de agua para la fracturación hidráulica. Teniendo en cuenta que los aditivos químicos suelen suponer entorno a un 2% del total de agua introducida, esto supone que en cada pozo se inyectan 4,000 toneladas de productos químicos altamente contaminantes. Gran parte de este fluido que se ha inyectado en el pozo posteriormente va retornando a superficie, bien inmediatamente después de la operación, bien durante la posterior extracción de gas natural. Es necesaria por lo tanto una buena gestión del líquido retornado, que es altamente contaminante. Además, el fluido inyectado que no retorne, puede permanecer en el subsuelo y migrar posteriormente hacia algún acuífero o la superficie, provocando una importante contaminación.
Un último asunto importante a considerar es la vida útil de estos pozos. Debido a que el radio de drenaje es relativamente bajo, se agotan bastante rápido. La vida útil de este tipo de pozos puede rondar los 5-6 años. Una vez terminada su vida útil es necesario proceder a su abandono, sellando con tapones de cemento la perforación realizada. CONTINÚA



Fuente: http://florentmarcellesi.wordpress.com/2012/09/16/fracking-una-fractura-que-pasara-factura/




Fuente: http://florentmarcellesi.wordpress.com/2012/09/16/fracking-una-fractura-que-pasara-factura/

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