lunes, 2 de abril de 2012

Juzguemos a la dictadura y a los imperialismos pero construyamos otra mirada sobre los de abajo y otros significados de la soberanía nacional


“Desde el 2 de abril nuestra militancia se potenció” por Aldo Casas (integraba el PST y volvió del exilio en 1982 motivado por la recuperación de Malvinas)

(…)Algunos dicen que todo ello era previsible y que desde el comienzo debía enfrentarse la aventura malvinera… Pero ese no es el punto. El punto es que, pese a lo irresponsable de la acción iniciada, ese gesto que aparecía como un desafío hacia el colonialismo y el orden imperial en general (incluida la caución al mismo del Consejo de Seguridad y la ONU) que abrió una brecha que las masas populares aprovecharon volcándose espontánea y masivamente a las calles para recuperar espacios públicos hasta entonces vedados. Se trató de una movilización que comenzó contra el colonialismo inglés, continuó contra los Estados Unidos una vez que ellos hicieron causa común con “la Dama de Hierro” y se templó con la solidaridad de los pueblos latinoamericanos, sobre todo la de Perú y Cuba. (…)

Así llegamos hasta el día de la rendición. Recuerdo que estábamos por comenzar una reunión en Morón cuando escuchamos que Galtieri hablaría al país. Inmediatamente comprendimos que los milicos se rendirían y decidimos ir a Plaza de Mayo. Y allí estuvimos aquel 15 de junio, movilizados ahora directamente contra la ineptitud y traición de Galtieri y la dictadura en general, enfrentando y quebrando el cerco policial en Plaza de Mayo, como parte de aquella multitud que gritaba hasta quedar sin voz: “los pibes murieron, los jefes los vendieron”.

III- De ayer a hoyAsí quedó sellada la suerte del “Proceso de Reorganización Nacional”. Cayeron Galtieri y la Junta. Llegó el General Bignone con el fin de pactar con la “Multipartidaria” (radicales, peronistas y demás partidos del sistema) la salida electoral que culminaría con la victoria electoral de Alfonsín y la promesa de que “con la democracia se come, se cura y se educa”. Lo que ocurrió luego es ya otra historia de promesas incumplidas que escapan a una nota de evocación de la guerra de Malvinas. Sin embargo, creo pertinente terminar con dos puntualizaciones más.
Contra la interpretación liberal y cipaya que pretende hacernos creer que “el regreso de la democracia” se produjo gracias a la derrota de Malvinas, sostengo que lo que puso fin a la dictadura fue que el pueblo se movilizó y que esa movilización mucho tuvo que ver con la “subversiva” voluntad de enfrentar y derrotar a los imperialistas. Advierto también que, desde Alfonsín en adelante, existe una sistemática campaña “desmalvinizadora”, un lavado de cerebros que inculca la idea de que los imperialistas son invencibles y debemos aceptar sus reglas de convivencia. Nosotros no lo creímos ni lo creemos así. Por eso, así como nos movilizamos por la derrota militar de los ingleses, nos movilizamos después por el no pago de la deuda externa y lo hacemos aún por el retiro de todas las bases militares imperialistas en Nuestra América. Y lo hacemos con más claridad desde que comprendimos la íntima relación existente entre la emancipación de la clase trabajadora y la cuestión nacional: “ni la clase ni la nación tienen entidad por fuera de la relación que las constituye y por fuera del proceso histórico que las determina. La clase es en la nación y la nación emerge en la lucha de clases” (Miguel Mazzeo).Fuente: http://www.marcha.org.ar/1/index.php/nacionales/124-debates/835-desde-el-2-de-abril-a-la-rendicion-nuestra-militancia-se-potencio

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Por colectivo editorial de Marcha. A 30 años de la guerra de Malvinas, una reflexión que acompaña el reclamo de soberanía en las Islas pero que al mismo tiempo plantea interrogantes necesarios para la construcción de un país y un pueblo realmente soberanos en todos sus aspectos. 

Ya pasaron 30 años de la última guerra librada por nuestro país. Después de las batallas bicentenarias de la Independencia, fue posiblemente la única guerra de la historia nacional basada en una causa justa. De ahí el amplio respaldo popular con que contó. Pero la justeza de una guerra no se puede medir por el discurso de sus hacedores ni por el respaldo popular con que cuenta. En verdad fue el último intento malogrado de la dictadura por permanecer en el poder ante el creciente desgaste que sufría. En este caso el discurso antiimperialista contra el colonialismo inglés era la cínica máscara de un régimen genocida que había abierto la economía de nuestro país a una brutal penetración del capital extranjero. La domesticación a sangre y fuego del espíritu de liberación presente en una parte significativa de la clase trabajadora y del pueblo obedecía a la ejecución de una transformación de las estructuras económicas y sociales de la Argentina.(...) 

Ahora bien, partiendo de la justeza del reclamo de soberanía de nuestro país sobre el archipiélago atlántico, es legítimo preguntarnos: ¿qué ocurre con las empresas multinacionales que operan en nuestro territorio? ¿Qué es lo que está pasando en la minería, sustentada en los capitales extranjeros que no reinvierten nada en nuestro país dejando sólo contaminación y saqueo? ¿Se puede hablar de soberanía cuando los índices de concentración y extranjerización de la industria crecen año tras año siguiendo cualquier medición? ¿Cuántas veces se puede encontrar el territorio de las Islas Malvinas en el diez por ciento de la tierra que se calcula en manos de dueños extranjeros? ¿Un país que depende estructuralmente de la exportación de materias primas agrarias puede ser considerado un país soberano? ¿Acaso la actividad del campo argentino está dirigida y regulada activamente por el Estado nacional, en función de algún proyecto estratégico de soberanía alimentaria? ¿Cuál es el rol que juegan las grandes exportadoras cerealeras? ¿Y las grandes empresas que producen y venden las semillas transgénicas? Se habló mucho de las concesiones petroleras en las últimas semanas. Sin embargo en ningún momento se cuestionó el actual modelo de gestión privada. ¿Qué pasa con las empresas extranjeras que explotan el gas y el petróleo? ¿Cómo encajarían hoy las viejas banderas de soberanía económica e independencia política? ¿Podría ser la lucha por la soberanía nacional en Malvinas una parte de una política más integral de creación de un pueblo soberano? Por el momento esto no parece estar en la agenda del kirchnerismo aunque sí en la de algunos movimientos populares y sindicales. 
En la Argentina posterior a la rebelión popular de diciembre de 2001 es difícil pensar en una soberanía nacional que no sea también soberanía popular. Es decir en un pueblo que tome en sus manos su destino, lo que exige una democratización de las decisiones políticas, la escucha de la voz de las comunidades directamente afectadas como en el caso de la minería, el debate público y abierto en temas como la explotación de hidrocarburos y minerales, el trazado de un proyecto estratégico de emancipación y los instrumentos para impulsar decisiones plebiscitarias, lo más directas e incluyentes posibles. 
Fuente: http://www.marcha.org.ar/1/index.php/nacionales/849-de-malvinas-a-un-pais-integralmente-soberano

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