martes, 14 de diciembre de 2010

Roberto Martino sigue en huelga de hambre
¿Ya no tenemos suficientes muertos en Argentina?
Por Carlos Aznárez (Rebelión)

Por si no lo saben o no lo han leído (difícil esto último ya que los medios han optado otra vez por invisibilizarlo): Roberto Martino sigue cumpliendo con la huelga de hambre que se impuso para reclamar por su libertad.
Martino, se sabe, no mató a nadie. No es un asesino como esos policías que cada dos por tres aplican la política del gatillo fácil en el Gran Buenos Aires, a la luz del día, con absoluta impunidad, porque, claro, para ellos no existen esas gigantescas y manipuladoras coberturas periodísticas a las que nos tienen acostumbrados. Y asqueados.
Roberto Martino no es un criminal, repito, para que les quede bien grabado a los señores jueces y a la Cámara de Casación que tienen en sus manos la vida y la libertad de quien no cede en sus principios libertarios, a pesar de estar sufriendo encierro en el penal de Marcos Paz. Asesinos son los que fusilaron al joven estudiante Mariano Ferreyra, o los policías y sicarios que balearon a mansalva a los indígenas tobas de Formosa que reclamaban sus tierras robadas por el gobernador Gildo Insfrán. Y la gran mayoría de ellos, gozan de provocadora libertad de acción.
Martino no es un delincuente, ni un corrupto, ni un ladrón de guante blanco, como tantísimos personajes que pasan por la política con "paso firme, trajes de marca, casi siempre oscuros como sus intenciones, y corbatas de seda" (un uniforme que casi es como un logo). Esos tipos que viajan siempre en autos con vidrios que ocultan a sus pasajeros, o que cuentan con aviones, helicópteros, yates, y todo aquello que necesiten para moverse cómodos por todo el mundo. ¿Les suena Ricardo Jaime? ¿Y el señor Pedraza? Martino, en cambio, siempre fue un militante de 24 horas diarias, un hombre que desde joven le puso el pecho a las dificultades, que se embanderó con los más humildes y en ese recorrido no cejó nunca de pelear por la justicia, no por esta que nos imponen sino por aquella, popular y revolucionaria, que no admite desigualdades.
Martino no tuvo jamás más dinero que el suficiente para viajar en colectivo o alimentarse. Nunca se dedicó a "hacer caja", como tantos punteros políticos o como algunos ministros, que se jactan de ello y lo muestran soezmente como una forma de acumular poder. Como todo luchador social, Martino se acostumbró a socializar con sus compañeros, los pocos recursos de los que suelen disponer las organizaciones sociales. Y de esa manera, en todos estos años que van desde los heroicos 70 hasta el presente, construyó poder popular, armó comedores para aquellos que no cuentan con lo elemental, ayudó a concientizar en los núcleos más pauperizados para que los de arriba no sigan pisoteando sus derechos.
Martino no contaminó jamás la tierra, que tanto defienden nuestros perseguidos pueblos originarios. Él está en las antípodas de Gustavo Grobocopatel (tan amigo de los que mandan) que acumula millones de dólares anuales a través de operaciones financieras derivadas de las miles de hectáreas sembradas de soja.
Martino está preso, se sabe, porque el gobierno recibe y acepta las inocultables presiones del lobby sionista argentino, que quiere que este hombre se pudra en la cárcel por haber tenido la osadía (la valentía) de alzarse contra su poder omnímodo y gritar su desprecio a quienes diariamente asesinan, encarcelan, torturan y bloquean al pueblo palestino. Basta ver cómo se comportaron los abogados de la trilateral sionista (DAIA, Amia y OSA) en la última audiencia judicial, prepoteando a la defensa de Martino, al público y hasta al propio juez, mostrando sus dientes como mastines, y dando una muestra clara de lo que significa un poder detrás de otro poder. Frente a esta avalancha, el Gobierno indudablemente cede. Así como con la masacre de Formosa, calla y otorga, en aras de la alianza política que mantiene con ese odiado personaje (ya son muchos los partidarios kirchneristas que abogan por romper amarras con Gildo Insfran), cuando se trata de las exigencias sionistas, directamente se capitula. Y el resultado de ese comportamiento es prolongar el encarcelamiento de alguien que podría esperar -como pasa con numerosos genocidas- el juicio oral disfrutando de la concesión de la libertad provisional.
Sin embargo, Roberto Martino, militante del Movimiento Teresa Rodríguez, que compone el Frente de Acción Revolucionaria, está preso desde hace seis meses y ahora, ya lleva 24 días de huelga de hambre. Se dice fácil, con más de 60 años de edad, dejar de comer durante 24 días. Indudablemente, el esfuerzo -si sobrevive- le pasará factura, pero Martino es una persona con convicciones y si ha tomado este camino es porque siente que de alguna manera hay que hacer cimbronear la estantería de los indiferentes.
Veinticuatro días de ayuno (al que hay que sumar a los solidarios con Martino que acompañan la huelga en el exterior) son muchos para un cuerpo baqueteado por la vida, y si no se toman medidas urgentes que apunten a concederle la salida de prisión, podría suceder una tragedia. ¿Alguien está deseando que haya más muertes? ¿No hubo suficiente dolor en estos últimos meses? ¿Es posible que nadie en el Gobierno tome en cuenta que no se puede seguir mirando a un costado cuando en un lúgubre calabozo bonaerense, un compañero rebelde y honesto se está jugando el pellejo? ¿Es posible que partiendo del hecho de que hay tantos compañeros que ayer sufrieron torturas, cárcel o destierro, y que hoy militan en el oficialismo u ocupan cargos, no se conmuevan por lo que le está ocurriendo a este luchador que puede pensar distinto pero de ninguna manera puede ser considerado por ellos un enemigo? ¿Qué más tiene que pasar para que se decidan a actuar? ¿Y nuestros intelectuales progresistas tampoco se conmueven con esta situación? Oir sus voces, leer sus escritos de solidaridad -como en tantas ocasiones lo han hecho-, ayudaría para contrarrestar este maldito silencio que hoy nos ahoga.
Que lo sepa el mundo entero: Martino está peleando contra la muerte en la cárcel. Afuera, en tanto, se libra una batalla contra reloj. La presión y la movilización constante de sus compañeros de militancia, marchando, acampando, cortando calles, gritando, puteando, sumado a la solidaridad de organizaciones sociales y políticas, más todos aquellos que como la incansable Nora Cortiñas (Madre de Plaza de Mayo Línea Fundadora) no se han olvidado de resistir, y acompañan la exigencia de libertad para Martino, conforman un escenario necesario para tirar abajo el muro de la indiferencia. Algo de ello se va consiguiendo. Por fin, después de tanta presión, la Secretaría de Derechos Humanos y la Cámara de Diputados se expidan solicitando rapidez a la Cámara de Casación para que determine si concede la libertad al detenido. Ahora no hay que aflojar, y convertir este reclamo en un grito de urgencia. Si Martino no recupera su libertad, si la Galle Karina Germano sigue entre rejas, y si a los demás luchadores presos les sucede lo mismo, y además no se castiga a los asesinos de los indígenas Qom de Formosa, la tan propagandizada política de Derechos Humanos queda inevitablemente entre paréntesis. Nadie quiere semejante cosa, pero menos queremos que los compañeros se pudran en las cárceles. Ese destino que sea para los culpables del dolor de nuestra gente.
Carlos Aznárez es director de Resumen Latinoamericano
Fuente:
http://www.rebelion.org /Argentina/ 05-12-2010


Frente de Acción Revolucionaria

Buenos Aires, 13 de diciembre de 2010
A las organizaciones hermanas y al pueblo todo:
En el marco de los asesinatos de Mariano Ferreyra, los hermanos Qom de Formosa, los compañeros y compañeras de Villa Soldati a manos de las fuerzas de "seguridad" del Estado y las patotas al servicio de los diferentes gobiernos locales y nacional, en el día de hoy la Sala IV de la Cámara Nacional de Casación Penal dio a conocer el fallo en el que deniega el pedido de libertad realizado a favor del compañero Roberto Martino por parte de sus defensores. En su resolución los jueces de este tribunal ni siquiera analizaron los sólidos planteos realizados por los defensores de Martino. Para denegar el pedido de libertad se limitaron a sostener que ya se habían expedido dos tribunales (un juzgado y una Cámara de Apelaciones) por lo que se había respetado el derecho a la “doble instancia”, y por otra parte que no encontraban afectadas garantías constitucionales que justificaran que la Cámara de Casación analice el tema, por lo que consideraron que debía negarse el planteo sin siquiera analizar los motivos.
En definitiva, con tal de no analizar la gravísima situación que se da con el compañero Martino, que se encuentra detenido sin ningún fundamento jurídico, se amparan en absurdos argumentos que no resisten el menor análisis. Para estos jueces, el hecho de que una persona que goza del estado de inocencia se encuentre detenida, cuando aún en el caso de ser encontrado culpable podría estar en libertad, no es una violación a garantías constitucionales. No encuentran ninguna afectación a garantías constitucionales aún cuando se logró demostrar en la causa lo absurdo e infundado de las acusaciones originarias que se habían hecho contra él, cuando se lo acusaba de liderar una organización cuasi-terrorista y antisemita. La justicia tuvo que reconocer que nada de esto era cierto, que Martino es un dirigente social reconocido y que su organización nada tiene de terrorista o antisemita. A pesar de todo esto, Martino sigue detenido.
Lo que esconde esta falta de análisis de los argumentos jurídicos de los defensores de Martino, es la inexistencia de justificación alguna para su detención. Ni siquiera con la lógica jurídica represiva del Poder Judicial pueden explicar esta situación y por eso callan. Se desentienden, no dan la cara y condenan a seguir cumpliendo una pena de prisión a un dirigente y luchador popular que ni siquiera ha sido juzgado.
Pero sabemos que si bien el terreno judicial es un aspecto importante de la lucha, el verdadero terreno en el que se disputa la libertad de Martino y de todos los presos políticos es el terreno de la lucha política. Porque los derechos y garantías constitucionales muchas veces son letra muerta para la mayoría del pueblo, porque solo se pueden hacer realidad a través de la lucha inclaudicable y del compromiso.
Una vez más, el Poder Judicial criminaliza y mantiene el encarcelamiento para un luchador, para un dirigente social cuyo delito es haber enfrentado históricamente la injusticia y la opresión. Por eso el pedido por su libertad ha cosechado enormes y amplísimas muestras de solidaridad. Por eso la lucha por lograr su libertad es una batalla más contra la judicialización y criminalización de la protesta, contra los que creen que persiguiendo a los luchadores, a los dirigentes, pueden parar la lucha del pueblo.
El plan de lucha por la libertad de Martino continuará:

Este miércoles 15 de diciembre a las 18:00 reunión del Comité por la libertad de Martino en el local de ADEMYS (Venezuela 1455, departamento 9).
Viernes 17 de diciembre movilización a los tribunales de Comodoro Py. A las 11:00 concentramos en la Torre de los Ingleses de Retiro.
CON LUCHADORES POPULARES ASESINADOS Y PRESOS POLÍTICOS
DEL CAMPO POPULAR
NO HAY DERECHOS HUMANOS

¿Quién es Roberto Martino? UNA VIDA DE LUCHA
(Breve reseña biográfica)
Roberto Martino nació el 24 de mayo de 1951 en Santa Lucía, un ingenio azucarero propiedad de las familias Avellaneda y Frías Silva, connotados miembros de la oligarquía tucumana.
Su padre, obrero del ingenio, fue un conocido dirigente sindical clasista (en los años ‘50 y ‘60), Secretario General del Sindicato y animador de la FOTIA (Federación Obrera Tucumana de la Industria Azucarera).
Aún identificándose con el peronismo, no dudó en impulsar la huelga de 52 días en defensa de su clase en el año 1952; lo que le valió ser perseguido por el gobierno del Cnel. Perón.
Con la caída de éste volvió a conocer la persecución por su lucha a favor del líder del movimiento peronista.
Como parte de la Resistencia a los planes anti-obreros de la Libertadora el Sindicato Santa Lucía protagonizó innumerables tomas de fábricas, piquetes y bloqueos a la única ruta de acceso a los Valles Calchaquíes.
Es del Ingenio Santa Lucía la mártir obrera Hilda Guerrero de Molina; como también quien –con su ejemplo revolucionario- dará el nombre a la Compañía de Monte del Ejército Revolucionario del Pueblo “Ramón Rosa Giménez”, conocido popularmente como “el zurdito”.
Roberto Martino crece en ese ambiente, nutriéndose del indoblegable ejemplo de lucha de la clase obrera tucumana. Conociendo las injusticias que originan y alimentan las rebeliones de los explotados.
En ese clima, con apenas 8 o 9 años, escuchará de boca de los trabajadores la enorme simpatía y esperanza que despiertan los Uturuncos.
En el año 1964, después de una huelga derrotada, su padre es despedido del ingenio y su familia obligada a abandonar no sólo la casa donde vivían (propiedad del Ingenio) sino también toda el área que abarca (kilómetros y kilómetros) la propiedad de los Avellaneda y los Frías Silva.
Roberto, sus padres y dos hermanos deberán buscar lugar en San Miguel de Tucumán, donde la solidaridad de clase permitirá que la familia pueda vivir un tiempo en el local de la FOTIA, un edificio de 10 pisos aún sin terminar de construir.
Allí, ya con 14 años de edad, será “oyente” permanente de los debates en FOTIA y de los discursos de dirigentes como Framini y Ongaro de Buenos Aires o de Aparicio, Simón Campos y Benito Romano entre los tucumanos.
Con el cierre de 16 ingenios azucareros en el año 1967 y la migración de 200 mil tucumanos, será testigo y actor de la resistencia que se desarrolla.
Para entonces se encuentra cursando sus estudios secundarios en la Escuela Técnica Nº3. Conoce a un grupo de jóvenes secundarios organizados en torno al PC (CNRR), luego PCR.
Traba amistad con las hermanas Nasif y con un dirigente clasista de los Talleres Tafí Viejo de apellido Manfredi, secuestrado y desaparecido por la dictadura del ´76.
El “Tucumanazo” lo encuentra activando y como delegado estudiantil de su escuela. Ha roto ya, totalmente, con alguna expectativa en el movimiento peronista. Participa, como centenares de jóvenes, de esa corriente que impulsa la construcción de una organización revolucionaria de su clase.
A fines de 1971 es detenido y encarcelado. Conoce las cáceles de Devoto, Chaco y Rawson.
Recupera la libertad el 25 de mayo del ´73 con el Devotazo y la Amnistía de Cámpora.
Inmediatamente de recuperada la libertad se incorpora a trabajar en el Ferrocarril Belgrano, en el área de Material Rodante, impulsando la organización clasista en su lugar de trabajo.
Ante el reinado de terror que empieza a sembrar las AAA, y el asesinato de varios de sus camaradas y amigos personales, debe abandonar el trabajo en el ferrocarril y pasar a la clandestinidad; dejando a su esposa e hija –recién nacida- con su familia política.
Se propone para ir a combatir en la Compañía de Monte, pero se le responde que es más necesario en la ciudad, destinándosele como responsable de las células sindicales que actúan en los talleres de Tafí Viejo y en la empresa BGH Motorola.
Participa también de la distribución de la prensa partidaria y de enlace con la Compañía de Monte, en particular recibiendo a Gorriarán Merlo cuando este “baja” a la Ciudad.
Con la muerte de Santucho, la caída de distintos frentes y el secuestro de su hermano, se traslada a Buenos Aires a fines del ´76.
Encuentra refugio entre sus familiares y consigue trabajo limpiando oficinas por las moches en Capital Federal.
Al poco tiempo consigue un segundo empleo, de día. Ello le permite ahorrar y le posibilita que su esposa y su hija se trasladen a Buenos Aires. Compra un terreno y una casilla y se instala en Florencio Varela en mayo del ´78.
Al tiempo cambia de trabajo e ingresa a la construcción. Allí, en las obras encontrará a otro camarada tucumano, y juntos a un tercero “escapado” de Tucumán comenzarán a organizarse con la intención de recontactarse con los que salieron al exterior.
En el año ´83 retoman contacto con los compañeros y compañeras que comienzan a salir de la cárcel. Con ellos va a reconstruir el PRT V Congreso.
En el curso del año ´82 además de activar entre sus compañeros de trabajo y de participar en la lucha anti-dictatorial, también desarrollará un trabajo barrial, recuperando para ello la Sociedad de Fomento de Villa Mónica Nueva, de la que es elegido su presidente.
En el año ´84 es co-fundador del Movimiento de Barrios Carenciados, cuyo objetivo es luchar contra los efectos de la circular 1050 de cuyo objetivo es luchar contra los efectos de la circular 1050 de Martínez De Hoz, que establecía la indexación en las cuotas de terrenos y casillas –entre otras cosas- y que hacía que miles de familias trabajadoras estuvieran en peligro de perder las mismas.
En diciembre de ese año se logra –lucha mediante- la aprobación de la Ley 23.073 que deja sin efecto la 1050 en el tema de terrenos y viviendas.
En lo político continúa bregando por la construcción de un Partido de la clase obrera. Funda así la UTR (Unión de Trabajadores Revolucionarios); más tarde la CPP (Corriente de Participación Popular) y el CETS (Centro de Estudio y Trabajo Social), para -finalmente, y al calor de la creciente desocupación- organizar el MTD Teresa Rodríguez y el BPN (Bloque Piquetero Nacional). Lo que continúa es la historia más conocida.

Estas líneas reflejan parte del perfil de Roberto Martino. Un verdadero hijo del pueblo y de nuestra clase que hoy lleva 34 días en huelga de hambre reclamando por su libertad. El “Negro”, quien entregó toda su vida a defender la causa de los humildes, hoy se encuentra injustamente privado de su libertad por haberse atrevido a levantar su voz –como muchos otros- y denunciar los crímenes del Estado de Israel contra el pueblo palestino.

Nuestro compañero sabe que su causa es justa; que es necesario denunciar los atropellos hacia los pueblos hermanos en cualquier parte del mundo cuando son agredidos por el imperialismo. Y aunque su salud y su vida se encuentran hoy en grave peligro, lo mantiene firme la fuerza de su convicción en la lucha de los pueblos por su liberación.
Y como decía el Che, "... sean siempre capaces de sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo. Es la cualidad más linda de un revolucionario."


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